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martes, 18 de febrero de 2020

RESEÑA: El cielo es azul, la tierra blanca

Reseña Nº 266: El cielo es azul, la tierra blanca


reseña-kawakami

La novela se desarrolla en un Japón contemporáneo y refleja la austeridad de la cultura japonesa no solo al describirla sino también al narrarla. La autora utiliza pocos elementos, no rellena ni utiliza transiciones para conectar un capítulo con otro. Son cuadros, imágenes de momentos de la vida de la protagonista. Se cuenta lo justo y necesario, lo demás se lo deja al lector, para que lo rellene con su imaginación.
Por lo mismo, es una historia simple, con mucho diálogo corto, en donde no es necesario decir tanto para expresar mucho. Una novela puede transmitirte muchas cosas sin un argumento intrincado, sin relaciones tóxicas y con dos temáticas como ejes centrales: La soledad y el vacío. Y solo el amor es capaz de resaltar esos dos aspectos en la historia de la protagonista. Tsukiko, de treinta y ocho años, tiene una vida como la de muchos japoneses, con un trabajo exigente que en ocasiones le demanda muchas horas de su tiempo y que claramente la desgasta. Su forma de ser refleja el carácter impersonal de la sociedad japonesa, vive sola, se divierte sola, toma vacaciones sola. Esa independencia del otro, ese aislamiento, si bien es positivo en el sentido de la no dependencia de los demás para ser feliz, tiene un doble filo, el del vacío, una especie de despropósito que aflora cuando se abandona la rutina y los objetivos de la vida diaria. Es así como Tsukiko crea nuevas rutinas para llenarlo, como por ejemplo, ir constantemente a la taberna de Satoru, donde se reencuentra por coincidencia con un antiguo profesor de instituto cuyo nombre adquiere poca relevancia frente al epígrafe de "maestro" al que Tsukiko siempre recurre. Este hombre, treinta años mayor que ella, le despertará no solo amor, sino un contante sentimiento de soledad que hará pareja con el vacío preexistente. Pero así como el amor deja en evidencia el vacío y la soledad, también los llena, los elimina y le da un nuevo brillo a la vida de esta mujer, entregándole al lector no solo una preciosa historia de amor, sino también de vida. 

Ya había intentado acercarme a él, pero no me había dejado. Era como si hubiera un muro invisible entre los dos. A primera vista parecía blando y maleable, pero por mucho que lo presionara no me devolvía nada. 

Es un libro que recomiendo mucho leer no solo por la belleza con que está escrito, sino también por resaltar el amor verdadero. Ese amor que escapa a la necesidad del otro y la reemplaza por el simple hecho de querer. Los dos personajes no se damandan entre sí, cada uno tiene su vida propia, pero de alguna forma están juntos, en sus pensamiento, en las pocas palabras que cruzan, en la comida y en la bebida que comparten. Muchas veces no necesitan palabras para experesarse todo lo que sienten. Claramente a veces hay dudas, pero pequeños gestos bastan para aclararlas. Existe un proceso en los dos personajes de constante conocimiento del otro y de sí mismos, intentan ahondar en el otro al mismo tiempo que intentan descifrar sus propios sentimientos. Por ello, la autora recurre muchas veces a pequeños recuerdos de los protagonistas para ir construyendo sus vidas. 

 No nos separaba la edad ni tampoco el espacio, pero entre él y yo había una distancia insalvable.

El estilo de la autora es precioso, está lleno de escenas que evocan luz, incluso cuando son narrados de noche. Al solo relatar momentos específicos anula de alguna forma el ruido de la ciudad, no relata nada del trabajo de Tsukiko, solo dice trabaja en una oficina, como tampoco en las tareas diarias del maestro. La autora se centra en sus encuentros, los aisla y los examina con detenimiento, en sus gestos, en la forma que comen, en sus palabras, su manera de caminar, de reir o llorar. Cada detalle importa, lo exterior, lo que pasa alrededor, lo silencia, para que el lector se centre el verdaderos detalles que caracterizan a sus personajes. 
 
Mi nivel de madurez disminuía a medida que transcurrían los años. Nunca me he llevado bien con el tiempo.

La novela destaca muchas características de la cultura japonesa, su estilo de vida, su limpieza y respeto por el medio ambiente mediante el aseo y la recolección de la basura, sus alimentos, el respeto al otro y su sistema educativo. Por lo cual, al lector occidental, no solo le hace vivir una hermosa historia de amor sino que también lo transporta a otro lugar del mundo, a conocer otra cultura. 

Ricardo Carrión
Administrador del blog

4 comentarios:

  1. Cada vez me gustan más las novelas de este estilo, tanto por la historia como por el mensaje que envía y el lenguaje que usan. Lo tenía en pendientes desde hace un tiempo y no creo que tarde en darle la oportunidad. ¡Muchas gracias por tu reseña!

    Nos vemos entre páginas
    La vida de mi silencio

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    1. Me alegro que la reseña te haya dado ese empujón final para animarte a leer la novela. Espero la disfrutes. ¡Saludos!

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  2. A mi me gustó la sencillez y delicadeza con los que la autora nos va descubriendo el interior de cada personaje.
    Un abrazo

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    1. ¡Hola! Es totalmente cierto, esa sencillez me enamoró completamente del libro. ¡Saludos!

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