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viernes, 28 de octubre de 2022

Reseña: El señor presidente. Miguel Ángel Asturias

 Reseña: El señor presidente, de Miguel Ángel Asturias

libro

¡Hola a todos! Bienvenidos al blog. Hoy les traigo la reseña de El señor presidente. Novela escrita por Miguel Ángel Asturias, escritor guatemalteco que ganó el Premio Nobel de Literatura el año 1967. Es uno de los pocos ganadores de este premio literario en Latinoamérica.

 

Como consejo. Yo leí esta obra en la edición conmemorativa de la RAE, que se caracteriza por traer diversos estudios sobre la novela y su autor. Lo que hice fue leer primero la novela y luego los estudios. Si no quieren llenarse de spoilers hagan lo mismo, porque los artículos están llenos de ellos. Es mejor dejarlos para el final.

 

El señor presidente es una novela espectacular por donde se la mire. Leerla fue una experiencia única e irrepetible. Todos deberíamos hacer el intento, aunque sea una vez en la vida de transitar por sus páginas. Tiene todo lo que me gusta de la novela latinoamericana. Utiliza como base la realidad histórica para crear una ficción al parecer caótica, desorganizada, pero que por detrás encierra una forma y un método que el lector debe descubrir. Es una novela muy completa tanto en fondo como en su forma. Aunque yo me quedo con su forma, con su lenguaje, con la poesía que encierra y con lo sensorial. Es un novela donde no solo debes leer, sino también agudizar tu sentido auditivo.

 

Fiel a las temáticas de nuestra literatura. El señor presidente tiende a ser una novela de denuncia social, en especial contra las tiranías latinoamericanas. Pasa a formar parte del grupo de lo que se conoce como “La Novela de Dictador”. Grupo compuesto por títulos como: Yo el supremo de Augusto Roa Bastos, La fiesta del chivo de Mario Vargas Llosa, El otoño del patriarca de Gabriel García Márquez y El recurso del método de Alejo Carpentier, entre otras. Pero no solo eso, también es una novela precursora del boom latinoamericano y del realismo mágico por su constante paseo entre lo real y lo onírico que se mezclan de una forma muy natural gracias al lenguaje y a la forma en que está escrita. En ese sentido, en el texto, la forma potencia y le da vida al fondo, es decir, a la temática.

 

Como toda gran obra, en las primera líneas te puedes dar cuenta del tono que la novela tomará. En su inicio puedes palpar inmediatamente la prosa a la que te enfrentarás como lector. Y quizá también de lo que tratará.

 

Es una novela que denuncia las atrocidades de las tiranías en Latinoamérica, específicamente en Centroamérica. Pero no es un texto que reflexione sobre el tema, no hay personajes que inyecten ideas, que  hagan monólogos al respecto. Los temas no se vuelven discursos. Es una novela demostrativa. Materializa los abusos, las vejaciones, el horror y la corrupción de forma palpable. Asturias no pretende reflexionar para el lector, sino mostrar una realidad y que el lector reflexione a partir de lo que lee, que reflexione a partir de las imágenes que el autor plasma en su mente a través del texto. Que reflexione a través de las acciones de los personajes, del entorno, de la sociedad que se plasma a través del filtro del escritor. Es por ello que, el argumento principal de la novela es un simple hecho entre muchos. No es algo tan importante dentro de todo lo que pasa en la historia. Es solo el detonante de una seguidilla de hechos atroces. Es el clásico efecto dominó. Donde una pieza provoca la caída de todas las demás. La diferencia está en que, sí, todas las piezas caen. Pero no en el orden y la velocidad en que deberían hacerlo. Ahí está la magia de Asturias, hay una velocidad y un tiempo para cada pieza, para cada historia, por lo tanto, no se podría hablar de una serie de acciones sucesivas y lógicas que pasan una detrás de otra, sino solo de una serie de acciones cronológicas, pero cuyo orden deberá buscarlo el lector. Los hechos no siempre se cuentan en el orden en que suceden.

 

¿Cuál es el detonante? El asesinato del Coronel José Parrales Sonriente, un militar leal al señor presidente. Pero, al señor presidente no le interesa tanto quién mato al coronel, no le interesa averiguar la verdad, no, sino a quién le gustaría inculpar por su muerte. Es decir, imponer su verdad mediante una mentira. Esta muerte que fácilmente pudo ser accidental y rutinaria, es usada con fines políticos para inculpar a otra persona y por ende también afectar a los que rodean a esa persona. No les voy a contar más del argumento porque la gracia es leerlo, pero así inicia la novela, con violencia y luego una mentira. Una farsa que puede realizarse gracias al poder. La mentira y la corrupción son pan de cada día en esta historia. La verdad siempre es deformada por la mentira.

 

¿Por qué hablamos de realidad? Porque la novela se inspira según testimonio del propio Asturias en la dictadura de Manuel Estrada Cabrera entre 1898 y 1920, 22 años en el poder. En Guatemala. Por lo tanto, aunque en la novela no se diga explícitamente la fecha en que suceden los acontecimientos ni el lugar. Se entiende y se siente como la Guatemala de ese tiempo. De finales del siglo 19 y principios del XX. Asturias escribe esta novela entre 1920 y 1933. Ya exiliado. Y se siente, se nota que la escribió pensando en su tierra. La novela se publica finalmente 13 años después de ser terminada debido a la censura de la época. El señor presidente se publica en 1946 por editorial Costa-Amic en México. Aunque la edición corregida por el autor aparece en 1948 gracias a Editorial Losada en Argentina.

 

 

La razón por la cual desconocemos el lugar exacto donde acontecen los hechos y la fecha cuando suceden, es porque a pesar de ser una historia inspirada en la realidad, está mezclada con el mundo onírico. Con los sueños. La ensoñación es un recurso magnífico para causar una suerte de hipérbole, para que la crudeza de los hechos no se quede solo en crudeza, sino que también conmueva. Porque va más allá de la descripción de un hecho, intenta penetrar en el estado de conciencia de los personajes. Un hecho contado a secas se olvida fácilmente. En cambio, un hecho que se cuenta desde múltiples perspectivas diferentes, que van desde el plano psíquico de los personajes a la realidad, utilizando el lenguaje como herramienta que destruye lo concreto y lo transporta a una dimensión más etérea, se queda para siempre en tu mente. Ya no es una novela más de denuncia social latinoamericana. Es una obra poética, una novela donde el orden de las cosas no se respeta, lo que le otorga un caos y una inestabilidad absolutamente original e inigualable que al leerla dices: nunca en mi vida he leído algo contado de esta forma. Narrado de esta forma. A lo mejor sí he leído sobre temas parecidos, pero contados de esta forma. Jamás. Un ejemplo:

 

Le temblaban las mandíbulas, los dedos, las piernas… Al que le tiemblan los dedos, diríase que ha sacado los huesos y que sacude como guantes las manos. Al que le tiemblan las mandíbulas sin poder hablar, está telegrafiando angustias. Y al que le tiemblan las piernas, va de pie en un carruaje que arrastran, como alma que se lleva el diablo, dos bestias desbocadas.

 

En la cita, se trata de una mujer que tiene miedo y tiembla. El autor pudo decir. Ella temblaba. Pero en cambio escribe ese fragmento. Donde puedes percibir el miedo de una manera más intensa, más palpable, incluso puedes oír como le castañean los dientes. Cuando dice, telegrafiando angustias. Lo escuchas. ¿Cómo logra ese efecto con palabras impresas? Y así es en toda la novela. Un texto sensorial que percibes más allá de la simple lectura. Lo puedes oír.

 

El lenguaje en esta novela va más allá de lo novedoso. Se presenta el creativo español del pueblo guatemalteco a través del filtro de Asturias y, al pasar el lenguaje a través de él y plasmarse en la novela, inevitablemente está presente su propio criterio creativo y seleccionador. Por lo que hay cierta flexibilidad a la hora de la expresión de varios personajes. Esto puede ser desalentador para algunos lectores, porque hay muchas palabras o expresiones que no van a entender y a pesar de que la obra trae un glosario para ayudar en esa tarea. La lectura deja de ser fluida para pasar a ser entrecortada. Mi recomendación es que traten de ser intuitivos. Yo traté se ser intuitivo al momento de encontrarme con ese lenguaje. Intuir qué pueden significar ciertas palabras y expresiones. Para así evitar ir al glosario y cortar el flujo de lectura. Es un juego lingüístico y como lector debes tratar de ser flexible, dejarte llevar, ir con el ritmo. Porque si lo repeles, no podrás con el resto de la novela. Es un juego lingüístico que calza absolutamente con la parte irreal y caótica de la novela, con el caos a modo de pesadilla que intenta plasmar el autor. Lo caótico del habla de muchos de los personajes logra unir lo real con lo irreal. Lo tosco del español correcto, le quitaría magia y vida a una novela que busca romper con lo convencional. Pero no todos los personajes se expresan de esa manera, solo algunos. De alguna forma el lenguaje te permite diferenciar entre clases sociales.

En el ensayo escrito por Vargas Llosa en este libro dice lo siguiente:

 

Pero, a medida que la historia desciende a los sectores más populares la riqueza y la novedad de la expresión aumentan, se diversifican, introduciendo palabras, canciones, audacias gramaticales, insólitas metáforas, ritmos, expresiones generalmente relacionadas con los insectos y las plantas y los árboles locales.

 

Hay en la novela personajes que hablan un español más correcto, como también los que juegan con el lenguaje. Esto se suma a la prosa poética del autor y a la utilización de diversos recursos literarios. Es una combinación que realmente le permite al escritor jugar con la realidad, y al lector perderse en los laberintos creados por él. La temática es real, pero el mundo donde se plantea se desdibuja y se retuerce a cada página. Cada texto tiene vida propia, se transforma a medida que la historia avanza.

Gracias a esto, la ambientación, logra resultar pesadillesca, como las novelas de Dostoievski, decadente, insalubre, inhóspita. Parece mentira que personas que tienen un idioma tan enriquecido por su espíritu puedan vivir en tales condiciones. Como si la vida se abriera paso a través de sus palabras. Como si su espíritu saliera por sus bocas. La realidad que nos presenta Asturias pierde estabilidad, no por la presencia de un mundo onírico proveniente de los cielos, que cae sobre esta ciudad anónima, sino por un submundo que emerge desdelo profundo, el efecto deformador viene desde bajo de la tierra, desde la oscuridad, oscuridad que logra confundir los sueños con la realidad para profundizar en el lado psíquico de los personajes. Pareciese que solo en ese terreno pudiese vivir lo decadente del ser humano. El lado oscuro de las personas que tienen miedo. Miedo al poder de otros. Miedo al poder del señor presidente.  

 

Porque el señor presidente es un personaje muy especial, es el único que tiene libertad. Es el único que no puede tener miedo porque él es el responsable de causarlo. Todos los demás lo temen, y por lo mismo, lo ven en todas partes. La figura del señor presidente es espectral, digna de una pesadilla. Te lo puedes encontrar en cualquier esquina, en las bocas de la gente común, que lo nombran. Que lo mencionan, el señor presidente se compone a partir de diversos puntos de vista. Es un rompecabezas que se arma pieza a pieza. Es y no es. Es el ser que tiene un pie en la realidad y otro en la irrealidad. De él nacen las mentiras. Que no son más que armas con las que deforma la realidad. Las mentiras son las que desdibujan el mundo, lo cortan y amoldan a su propio beneficio. Sus ordenes no son más que pequeñas libertades que le da a sus subordinados. Pequeños poderes para ser libres por algunos momentos. Esos personajes aprovechan esa libertad y abusan de ella antes de perderla. Porque saben que van a perderla y en el fondo todos intentan sobrevivir en un mundo sin esperanzas. Donde vivir duele, aunque el espíritu se resista a morir.

 

No es una novela para todos, a muchos se les puede dificultar por el lenguaje, pero no se dejen vencer por eso, vibren con lenguaje, cabalguen encima de él, fluyan con él y disfrutaran esta obra maestra. Una experiencia única para cualquier lector.

 

Esta misma reseña la pueden también ver en mi canal de youtube




 Ricardo Carrión

Administrador del blog

 


viernes, 14 de octubre de 2022

Reseña: La Carretera.Cormac McCarthy (Libro)

 Reseña libro: La carretera de Cormac McCarthy

libro

¡Hola a todos! Bienvenidos al blog. Hoy les traigo La reseña de La carretera del escritor estadounidense Cormac McCarthy. Novela que fue galardonada con el premio Pulitzer el año 2007. Se trata de una historia de ciencia ficción post-apocalíptica donde no hay muchas acciones, es un relato calmado con una prosa muy especial, por lo mismo no es del gusto de todos. Cuesta en un inicio conectar con la historia.

 

En el mundo creado por McCarthy ocurre un cataclismo desconocido que arrasa con la vida sobre la tierra y por ende con la sociedad humana. A pesar de este evento catastrófico de gran magnitud, quedan sobrevivientes que terminan vagando por un mundo devastado: sin naturaleza, sin animales, sin sociedad y sin comida. Un mundo cubierto de cenizas con un sol y cielos opacos. En este escenario donde las personas, las ciudades y los bosques están calcinados, un padre y su pequeño hijo caminan por la carretera. Viajan por ella empujando un carrito de supermercado donde llevan todas sus pertenencias, o más bien, lo poco que han logrado encontrar que les permita sobrevivir. Van con dirección al sur. En busca de un clima más cálido, lejos del crudo invierno que los persigue.

 

Se trata de un mundo peligroso, no solo por las inclemencias climáticas, sino también por los escasos puñados de humanidad esparcidos por todas partes. Nuevamente es el hombre el principal enemigo del hombre, porque la sociedad se ha derrumbado, ya no hay reglas y todo está permitido para sobrevivir. Por lo mismo, quedarse en un solo lugar es peligroso para este padre y este hijo. Estar en movimiento es más seguro. Es una historia triste, dura, melancólica y que por momentos espanta.

 

El cataclismo ocurrió años atrás y debido a ello sucedió el desbaratamiento de la sociedad, el quiebre definitivo del mundo del ser humano y comenzando la degradación del mismo, perdiendo los valores y la moral. Quedando solo el instinto animal y de supervivencia. Conocemos este mundo gracias a los personajes, a lo que viven, a lo que ven y a lo que han vivido. En ocasiones la narración se intercala con algunas miradas al pasado. Como lectores vamos construyendo esta historia de forma fragmentaria. Con una narración directa que va intercalando recuerdos a modo de flashbacks.

Esta historia les puede gustar como no gustar. Cuando pensamos en novelas de ciencia ficción post-apocalipticas esperamos mucha acción, mucha aventura. Todos los elementos que tiene este libro se prestan para eso. Pero aquí el tema está tratado de una manera diferente. Eso me gustó mucho, porque no es lo mismo de siempre. Esta novela es como una pintura, como un fresco de la condición humana en situaciones extremas. La novela literariamente está ejecutada de una forma que me agradó bastante.

 

Se trata de un mundo devastado y calcinado. Y la prosa del autor está en esa misma sintonía. También ha sido devastada. Es una prosa minimalista a la que se le han quitado todos los elementos que le pueden dar vida. Que la hacen bella. Me recuerda mucho a Esperando a Godot de Samuel Beckett.

 

En el mundo que nos plantea el autor los árboles están quemados y así como los árboles no tiene hojas la prosa carece de conectores gramaticales que relacionen oraciones. De esta forma le quita fluidez de forma intencionada a la narración. Es una narración áspera, tosca. Como el propio mundo post-apocalíptico. Mundo en el que tampoco hay animales, lo que acentúa la ausencia de vida. Y por lo mismo en los diálogos tampoco hay verbos dicendi, o verbos de comunicación. De esta forma limita las expresiones y acciones comunicativas de los personajes. Limita las emociones, quitándole aún más a la narración cualquier rastro de vida.

 

Al quitarle casi todo indicio de vida al mundo, lo vuelve estático, inhóspito y frío. Repetitivo. Un mundo que no cambia, que incluso se derrumba. Y como reflejo, la prosa también es repetitiva y estática. Para ello utiliza muchos párrafos descriptivos, se narra lo que los personajes ven, lo cual no cambia mucho y se cae en la monotonía. Porque el mundo lo es. El mundo es monótono. Y luego de un párrafo descriptivo le sigue uno narrativo, áspero y tosco, libre de emociones, de vida, pero además es directo y mecánico. Es una narración medida para acentuar frialdad. Es directa porque evita narrar otra cosa que no sea la acción inmediata. Se centra en ella. Y es medida porque relata cada movimiento de forma acompasada. Hay un ritmo parejo, una articulación narrativa. Se narra una acción detrás de otra con espacios de tiempo similares. Eso crea un ambiente sofocante, desesperante, que como lector te mantiene atento, porque en cualquier momento les puede pasar algo drástico a los personajes.

 

Pero también puede provocar un gran rechazo en algunos lectores, porque no ven atractivo en la monotonía, en la frialdad de la narración. Los desilusiona porque esperaban algo más grandilocuente cuando la obra apunta a todo lo contrario, al minimalismo. Pero si se analiza esto con calma, la forma en que el autor hace una poda del lenguaje narrativo para mimetizar la narración con el mundo post-apocaliptico es sencillamente maravilloso.

 

Debido a lo anterior se entiende porque los personajes no tienen nombres. Porque el autor los despersonaliza. Se refiere a ellos como el hombre o el niño. Personajes que no tienen nada, ni siquiera nombres, son huérfanos. Hijos de un mundo que ya no existe. Su nuevo hogar es la carretera, un lugar común. Un bien común, que fue hecho para vehículos pero que ahora se usa para vivir. Es un hogar que no es un hogar, porque no es de nadie. Porque no está diseñado para ello. Pero al fin y al cabo lo es. Si te quedas en un solo lugar demasiado tiempo te pones en peligro, por eso estar en movimiento es fundamental. Y la carretera es ese hogar que te permite estar en movimiento. Si te vuelves estático, como el paisaje, como ese mundo post-apocaliptico, terminarás siendo parte de ese paisaje.

 

 

Como toda distopía la carretera toma elementos de la realidad conocida y los extrapola hacia un futuro posible. Por eso cuando el autor nos presenta este mundo devastado, lo sentimos real, porque ha sucedido en nuestro tiempo. Es el paisaje que han dejado las guerras a lo largo de la historia. Lo conocemos, no nos parece extraño. Por eso el autor no nos dice qué pasó, cuál fue el cataclismo, cree que lo podemos intuir. En eventos como este se ven afectados todo tipo personas. Malas, buenas y de moral cuestionable. Personas con fuertes convicciones, otras no tanto, que se quiebran ante la situación y pierden su humanidad. Es ahí donde hay muchos simbolismos que se aprecian en la historia, como la idea de que ese padre y ese hijo son portadores de algo que ellos llaman El fuego. Como si la bondad fuera una llama y ellos la quisieran proteger, no dejar que se extinga, hasta pasarla a otros. ¿Pero dónde están esos otros? ¿existen? La esperanza es, que si ellos existen, aún deben haber otros como ellos. Los buenos.

 

Es así como en la historia puedes percibir que el niño representa la bondad y la conciencia de su propio padre. Es el que lo detiene en muchas ocasiones de cruzar la línea. Cuando este niño llora por otro ser humano es como si brillara en medio del oscuro paisaje, es el brillo del fuego. Y como en toda la historia hay un reflejo de esto en la prosa. Si en el mundo el niño brilla como el fuego, en las palabras, en las letras, en la fría prosa que crea el autor también: cuando dice Papá. La palabra Papá es la que brilla, es una palabra cargada de humanidad. Parece que estuviese escrita en tonos rojos. Resalta en el texto de forma extraordinaria. El padre jamás dice la palabra hijo y eso hace que cuando el niño dice Papá está palabra resalta de una manera impresionante.

 

Esa es la magia de la carretera, la magia de McCarthy, la de transmitirte mucho con poco. Es una novela donde no pasan ni se dicen demasiadas cosas, pero tienen profundidad. Muchos entran al libro en busca de ese impacto que causan las distopías, pero aquí está hecho con sutileza. A mí parecer lo grandioso de esta novela no está en lo argumental, sino en la ejecución narrativa. En como funde prosa y ambiente. Porque busca ser algo más que una novela. Busca ser arte. 
 
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 Ricardo Carrión
Administrador del blog

viernes, 7 de octubre de 2022

Reseña: La campana de cristal. Sylvia Plath

 Reseña: La campana de cristal, de Sylvia Plath



¡Hola a todos! Bienvenidos al blog. Hoy les traigo la reseña de La campana de cristal de la escritora y poeta estadounidense Sylvia Plath.

 

Se trata de una novela semiautobiográfica, donde la autora a través de la joven estudiante Esther Greenwood, su alter ego, narra episodios importantes de su vida. Los cuales va nutriendo con los pensamientos y emociones que la embargaron durante aquellos momentos. Es decir, como lectores tenemos acceso a la intimidad de Esther. Y eso causa un efecto muy fuerte. Sientes una gran empatía por ella.

 

Por lo mismo, es una novela que no recomiendo para personas que estén pasando por un mal momento, la historia te puede hundir aún más o causar el efecto contrario, te puede salvar. A mí me afectó mucho, por eso, como sugerencia, recomiendo que la lean cuando estén en un buen momento.

 

Esther es una estudiante de lengua inglesa que gana un concurso en una revista de modas mediante la escritura de un ensayo. El cual le permite pasar un mes en Nueva York en un trabajo soñado junto a otras ganadoras. Lo que simplemente la encandila porque ella viene de un pueblo donde no pasa nada y de pronto se encuentra en el centro del mundo. En la ciudad de las luces. con fiestas y eventos por todas partes.

Estamos hablando del Nueva York de las décadas de los 50 y 60. Que es básicamente el contexto en que se desarrolla la historia.

 

Este inicio de la novela no hace presagiar lo que vendrá más adelante, no parece una historia tan terrible, pero es solo el inicio, es lo que se podría llamar, el evento desencadenador. Porque Esther viene de un ámbito netamente académico, no tiene experiencia con el mundo ni con la sociedad. Sus únicas credenciales son su excelencia académica y un supuesto amor de la infancia que ha mantenido con Buddy Willard. Y de pronto se encuentra con el mundo real, un mundo que va a una velocidad distinta a la de ella, no puede seguir el ritmo, es una sociedad vertiginosa y ella se va quedando atrás. Le dicen que escoja, que elija, que ya debería tener claro su proyecto de vida. No la dejan respirar, no la dejan pensar. Se siente asfixiada, desconectada, y cuando estira sus manos para tantear la realidad se da cuenta de que algo la separa de los demás, una especie de cristal, una campana de cristal.

Esto se visualiza en la novela mediante cuatro aspectos. En lo laboral, donde sufre un choque con lo que se espera de ella versus sus dudas, su caos interior. En lo social, mediante la relación con sus amigas, las otras ganadoras del concurso, donde sufre el problema de no encajar. En lo romántico, a través de los malos ratos que pasa con los hombres que conoce. Y también en lo familiar donde hay una gran inestabilidad en su vida. Carece de una base familiar sólida y firme desde muy joven.

 

Por lo tanto, no encuentra felicidad en lo laboral, tampoco en la amistad y menos en el amor. Tampoco un soporte familiar. Y además tiene diecinueve años. El paso entre la adolescencia y la adultez. Una edad compleja, donde se deben tomar decisiones para las que no estamos preparados y debe sufrir la presión de elegir un camino. Todos sus sueños se desvanecen. Este es el punto de partida, el momento en que se da cuenta de que no es como los demás. Sufre un choque emocional y se inicia un proceso, el proceso de su depresión crónica, donde la protagonista toca literalmente fondo. Ella misma nos lo cuenta, nos describe todo lo que siente, nos abre las puertas de su alma.

 

 

La historia está contada como una crónica. Es decir, narra hechos de forma secuencial, aunque siempre juega con retrocesos al pasado para ir estructurando al personaje principal. Es importante que la narración tome este cariz, porque en el fondo se narra un proceso, un paso a paso. Por lo mismo, al leer el libro puedes notar dos partes bien marcadas, las cuales no están delimitadas en el libro, pero puedes notar la diferencia y el cambio en la tonalidad de la historia pasando la mitad del libro. La primera parte se centra en describir todos los aspectos importantes de la vida de Esther, sus fracasos, su desazón por no poder realizar una vida normal. Es decir, su contexto, el responsable de desencadenar la siguiente parte, la sección oscura del libro.

En la segunda mitad se narra el proceso de su enfermedad. La parte más fuerte del libro. Porque estamos sumergidos con ella, estamos junto a Esther y podemos percibir su dolor y la inmensa soledad a la que debe enfrentar.  

 

La segunda mitad nos deja ver el mundo desde la perspectiva de una persona que sufre una depresión crónica que, por lo mismo, es discriminada y tratada como una loca, una demente.

A través de Esther podemos conocer la brutalidad de los tratamientos a los que se ven sometidos los que padecen esta enfermedad. El dolor y la soledad que deben sufrir por el encierro. Conocemos sus pensamientos suicidas, somos espectadores de su constante enfrentamiento con la muerte. Pero no con miedo, sino con deseo, con deseo de morir, porque se la toma como una salida, como un escape a una vida que no vale la pena vivir.  En la mente de Esther resuena la pregunta. ¿Vale la pena vivir? La respuesta es No.

 

Algunos aspectos que causan su rechazo al mundo son el papel que se le impone a la mujer en la sociedad, la de ser esposa de un hombre para poder ser alguien. Y luego tener hijos para quedar más atada aún.

Hay una crítica brutal ante la imposición de la maternidad. La maternidad no es una elección sino una obligación. Y Esther la rechaza al igual que el matrimonio, porque ella desea ser libre.

 

Libre de vivir de lo que sueña, sin ataduras. De poder disfrutar de su sexualidad sin que nadie la juzgue. Pero si lo hace, sabe que será tratada con injusticia. Mientras tanto los hombres pueden hacer lo que quieran.

Hay una fuerte crítica ante la desigualdad entre hombres y mujeres, ante una sociedad patriarcal.

 

Pero en medio de la desesperación y a pesar del dolor ella busca su identidad, busca lo que realmente quiere hacer y ser. Un camino donde no deba depender de los hombres. Busca su propio valor, su talento, lo que ella ama hacer.

Quiere dejar de sentirse encerrada en una campana de cristal. Esa pared de vidrio con el que choca constantemente cuando quiere evolucionar, cuando quiere crecer. Ese muro que le impone la sociedad: trabajar para los hombres, matrimonio, hijos. Solo para ser observada y aprobada por los demás y cumplir con lo que otros esperan de ella. 


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Ricardo Carrión

Administrador del blog

domingo, 2 de octubre de 2022

Reseña: La expulsión de lo distinto. Byung-Chul Han

 Reseña: La expulsión de lo distinto, de Byung-Chul Han

 

libro

¡Hola a todos! Bienvenidos al blog. Hoy les traigo la reseña de un ensayo filosófico llamado La expulsión de lo distinto. Un ensayo de no más de 123 páginas del filósofo surcoreano Byung-Chul Han.

 

En La expulsión de lo distinto se analiza nuestra actual sociedad excluyente, al ser humano narcisista que depende de las redes sociales, al individualismo, a la autoexplotación. A la expulsión del otro.

 


Los tiempos en los que existía el otro se han ido. El otro como misterio, el otro como seducción, el otro como eros, el otro como deseo, el otro como infierno, el otro como dolor va desapareciendo, dando paso a lo igual. Hoy la negatividad del otro, deja paso a la positividad de lo igual.

 

 

Cuando Han habla del otro, se refiere a aquellos que son contrarios a nosotros, Que piensan distinto y que viven distinto. Que no encajan en la forma de vida que se espera. Los que no pueden llevar el ritmo de los tiempos actuales. Claro, hoy la sociedad espera que estemos a la altura, que nos pongamos metas y que las alcancemos, que nos estructuremos, que tengamos autodisciplina. Que seamos productivos. En ese afán, debemos destinar todo nuestro tiempo y energía a producir. No podemos malgastar el tiempo en otras actividades. Por lo tanto, no solo vivimos en una sociedad que nos induce a producir, sino que nos induce a producir todo el tiempo. Eso es lo positivo. El que no puede mantener el ritmo, el que requiere de espacios para respirar, el que necesita de cierto tiempo para realizar sus actividades, el diferente, el otro, es dejado de lado. Se le saca del camino. Y junto con él, su negatividad. Entiéndase negatividad como lo contrario a la positividad. No es que sea algo malo, sino simplemente lo contrario. Al apartar al otro y su negatividad, el camino de lo positivo queda libre, no tiene límites, es infinito, no hay nada que se le oponga. Por lo tanto, al no tener obstáculos, no hay una proliferación controlada de lo positivo, sino que es excesiva, adiposa, acumulativa.  De esta forma, se comienzan a producir individuos iguales, la sociedad se transforma en una fábrica de producción de lo mismo. Y como no existe la negatividad de lo distinto, esos individuos que siguen una autodisciplina terminan autoexplotándose. Porque cuando no hay un tope, un stop, el crecimiento se deforma y los seres humanos se enferman. Por lo tanto, Han propone recuperar al otro y su negatividad. No para que domine, sino para que haga equilibrio. Un equilibrio hoy perdido, que ha volcado a muchas personas hacia la depresión.

 

El sujeto que, viéndose forzado a aportar rendimientos, se vuelve depresivo, en cierta manera se muele a palos o se asfixia a sí mismo.

 

El autor sugiere que, antes, cuando el ser humano se veía forzado a trabajar en puestos que no lo hacían sentirse realizado, tenía a quien culpar. Había otro que le exigía rendimientos, al que podía apuntar con el dedo y decirle: Te culpo. Hoy vivimos una falsa libertad. Ya no existe el otro a quien culpar, se ha eliminado junto con su negatividad. El ser humano ha quedado solo y aislado, cree que es libre, pero solo se ha hecho esclavo de sí mismo. Es él mismo el que se exige, es él mismo el que se critica, es él mismo el que se culpa. Es él mismo el que se sobreexplota. Se apunta con el dedo a sí mismo y dice: Yo soy culpable.

 

La presión destructiva no viene del otro, proviene del interior.

 

La masificación de este ser humano que se exige a sí mismo sin clemencia, se ha visto beneficiada por el auge tecnológico. Porque lo que nos facilita la vida, nos ha facilitado también otra cosa. La expulsión de lo distinto. Nos ha ayudado a expulsar al otro de nuestras vidas. El autor dice: El hombre ya no se relaciona con los demás, solo se conecta. Son conexiones, no relaciones. Por lo que, La soledad y el aislamiento se acentúa. Proliferando el yo, proliferando lo igual. En redes sociales formamos comunidades de lo igual. Las personas que piensan igual se agrupan. Más que agruparse, se acumulan. Porque en redes no se generan amistades, se producen amigos, se producen seguidores. Son números y números que se acumulan y se deforman. Ya no tenemos relaciones con lo distinto. Lo distinto formaba anticuerpos como una vacuna en el ser humano. Por lo que Hoy estamos expuestos a todas las enfermedades mentales. Los algoritmos, proliferan lo igual. Nos sugieren qué ver, solo lo que nos gusta, nos sugieren qué escuchar, solo lo que nos gusta. Nos damos atracones de series de nuestro gusto. Ya no hay espacio para lo diferente.

 

Viajamos por todas partes sin tener ninguna experiencia. Uno se entera de todo sin tener ningún conocimiento. Se ansían vivencias y estímulos con los que, sin embargo, uno se queda siempre igual a sí mismo. Uno acumula amigos y seguidores sin experimentar jamás el encuentro con alguien distinto. Los medios sociales representan el grado nulo de lo social.

 

Hoy hay un exceso de comunicación, hay una hipercomunicación, se acumula y al acumularse deja de comunicar y solo deforma. Las personas no se detienen a leer una información. Si no que saltan de una a otra, leyendo incluso solo titulares. No se centran en una sola actividad por mucho tiempo. No maduran lo que experimentan, porque todo es vertiginoso. Un gran ejemplo es leer un libro, es una de las pocas actividades en donde las personas aún se mantienen atentas a una misma información. Leer requiere una temporalidad. Quedarte en un libro por un largo periodo, madurar esa información. Porque necesitas de tiempo para generar una experiencia con ese libro. Eso es algo esencial que hoy ya poco se practica.  Por eso, siempre he estado en contra de la lectura rápida. La lectura rápida carece de temporalidad.

 

Los seres humanos que ya no experimentan lo diferente, nosotros que no maduramos nuestras experiencias, vivimos en un bucle, en el bucle del me gusta, en el bucle de lo que nos agrada, rodeados en redes sociales de quienes piensan igual a nosotros, es decir, vivimos en una habitación llena de espejos donde solo nos reflejamos nosotros mismos. Es el bucle del yo. Creemos que somos libres, pero vivimos encerrados en nosotros mismos. Por lo que fácilmente nos autoexplotamos y caemos en el narcisismo.

El contacto con el otro y su negatividad nos hacía evolucionar, crecíamos. Hoy estamos estancados. La violencia de lo igual detiene procesos de crecimiento humano y dispara el económico.

Pero ustedes pueden decir, que no somos todos iguales, que mucha gente busca diferenciarse de otra, se ve en como se visten, se ve en como se pintan el pelo. Algunos son fans de Star Wars, del señor de los anillos, otros de equipos de futbol. Nos diferenciamos. Pero no. El autor señala que aquello es solo autenticidad. Una ilusión de ser diferente. Porque al compararte con los demás vuelves a ti mismo, te produces a ti mismo. Dices: ¡Ah! Él es diferente, entonces yo también quiero ser diferente. Y eso no produce diferencia, al contrario, produce igualdad. No hay alteridad.

 

El imperativo de autenticidad desarrolla una obligación para consigo mismo, una coerción a cuestionarse permanentemente a sí mismo, a vigilarse a sí mismo, a estar al acecho de sí mismo, a asediarse a sí mismo. Con ello intensifica la referencia narcisista.

 

La autenticidad hoy en día es aprovechada por el mercado, y las diferencias que genera son comercializables. Porque los individuos expresan su autenticidad mediante el consumo. Poleras, tazones, gorros de bandas musicales, de artistas, de equipos de futbol, tintes para el pelo, Funkos en el caso de los lectores. Distinta es la alteridad que no puede ser comercializable.

 

El imperativo de la autenticidad engendra una coerción narcisista. No es lo mismo el narcisismo que el sano amor a sí mismo, que no tiene nada de patológico. No excluye el amor al otro.

 

La visión del mundo del narcisista elimina al otro. Ya que solo ve la realidad a través de las matizaciones de sí mismo. Se intensifica el yo. Te ahogas en ti mismo y aquello solo genera vacío. Porque estás solo contigo mismo.  Te cansas de ti al punto que dejas de sentirte y necesitas más estímulos. Como el de una selfie.

 

Los selfies son bellas superficies lisas y satinadas de un yo vaciado y que se siente inseguro.

 

De esta forma, Byung-Chul Han va desmenuzando los principales problemas del ser humano actual, que es un ávido consumidor de redes sociales. Su tesis gira en torno a una vida en sociedad que cada vez intenta agradar más al ciudadano, eliminando lo distinto. Todo intenta amoldarse a la persona, a sus gustos e intereses, no hay nada que se le contraponga, y eso genera un efecto dominó del yo.

Como el fin es producir, las personas sacrifican su tiempo y no interactúan lo suficiente con lo otro, para generar una maduración. Te sientes psicológicamente mal, y en ves de tomarte tu tiempo y enfrentar tus conflictos, analizarlos, te medican y estás listo para seguir produciendo. Y para vender más echan mano de la autenticidad. Que al final, son tipos iguales vestidos de una manera diferente. A lo largo del ensayo el autor va dando ejemplos e indagando en todos los puntos importantes sobre estos temas. Cita constantemente a otros filósofos para dar base a su tesis, que a pesar de ser filosófica, está escrita de una forma muy amigable para todo tipo de lectores. Por eso el autor es tan leído. Puedes tener algunos problemas con conceptos puntuales, pero en general el libro se lee muy bien. Y no se queda solo en una crítica, en revelar males, sino también en dar soluciones y salidas a los problemas.

Lo que nos puede rescatar del infierno de lo igual es el arte, sobre todo la poesía. Escuchar al otro y amar al otro a pesar de que piense distinto a ti. Y el autor cita a Nietzsche.

 

¿En qué consiste el amor sino en entender y alegrarse de que haya otro que viva, actúe y sienta de forma distinta e incluso opuesta a como lo hacemos nosotros?

 

Me gusta mucho la idea de Han, de alejarse de los análisis filosóficos densos y darles mayor fluidez para que más personas se animen a leer estos temas sin tanto miedo a no entender. De hecho la historia de Han es muy inspiradora. En un inicio estudió metalurgia pero abandona esa carrera porque en realidad quería estudiar literatura. Como en su país por presiones familiares no podía, decide irse a Alemania sin saber alemán y casi nada de filosofía. Pero era un lector muy lento. No podía mantener el ritmo de lectura que una carrera literaria le exigía, por lo tanto se cambia a filosofía, donde bastaba con leer una página al día. Ahora da clases en la universidad de Berlín. Creo que para muchos este autor puede ser un gran ejemplo.

 

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 Ricardo Carrión

Administrador del blog