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domingo, 2 de octubre de 2022

Reseña: La expulsión de lo distinto. Byung-Chul Han

 Reseña: La expulsión de lo distinto, de Byung-Chul Han

 

libro

¡Hola a todos! Bienvenidos al blog. Hoy les traigo la reseña de un ensayo filosófico llamado La expulsión de lo distinto. Un ensayo de no más de 123 páginas del filósofo surcoreano Byung-Chul Han.

 

En La expulsión de lo distinto se analiza nuestra actual sociedad excluyente, al ser humano narcisista que depende de las redes sociales, al individualismo, a la autoexplotación. A la expulsión del otro.

 


Los tiempos en los que existía el otro se han ido. El otro como misterio, el otro como seducción, el otro como eros, el otro como deseo, el otro como infierno, el otro como dolor va desapareciendo, dando paso a lo igual. Hoy la negatividad del otro, deja paso a la positividad de lo igual.

 

 

Cuando Han habla del otro, se refiere a aquellos que son contrarios a nosotros, Que piensan distinto y que viven distinto. Que no encajan en la forma de vida que se espera. Los que no pueden llevar el ritmo de los tiempos actuales. Claro, hoy la sociedad espera que estemos a la altura, que nos pongamos metas y que las alcancemos, que nos estructuremos, que tengamos autodisciplina. Que seamos productivos. En ese afán, debemos destinar todo nuestro tiempo y energía a producir. No podemos malgastar el tiempo en otras actividades. Por lo tanto, no solo vivimos en una sociedad que nos induce a producir, sino que nos induce a producir todo el tiempo. Eso es lo positivo. El que no puede mantener el ritmo, el que requiere de espacios para respirar, el que necesita de cierto tiempo para realizar sus actividades, el diferente, el otro, es dejado de lado. Se le saca del camino. Y junto con él, su negatividad. Entiéndase negatividad como lo contrario a la positividad. No es que sea algo malo, sino simplemente lo contrario. Al apartar al otro y su negatividad, el camino de lo positivo queda libre, no tiene límites, es infinito, no hay nada que se le oponga. Por lo tanto, al no tener obstáculos, no hay una proliferación controlada de lo positivo, sino que es excesiva, adiposa, acumulativa.  De esta forma, se comienzan a producir individuos iguales, la sociedad se transforma en una fábrica de producción de lo mismo. Y como no existe la negatividad de lo distinto, esos individuos que siguen una autodisciplina terminan autoexplotándose. Porque cuando no hay un tope, un stop, el crecimiento se deforma y los seres humanos se enferman. Por lo tanto, Han propone recuperar al otro y su negatividad. No para que domine, sino para que haga equilibrio. Un equilibrio hoy perdido, que ha volcado a muchas personas hacia la depresión.

 

El sujeto que, viéndose forzado a aportar rendimientos, se vuelve depresivo, en cierta manera se muele a palos o se asfixia a sí mismo.

 

El autor sugiere que, antes, cuando el ser humano se veía forzado a trabajar en puestos que no lo hacían sentirse realizado, tenía a quien culpar. Había otro que le exigía rendimientos, al que podía apuntar con el dedo y decirle: Te culpo. Hoy vivimos una falsa libertad. Ya no existe el otro a quien culpar, se ha eliminado junto con su negatividad. El ser humano ha quedado solo y aislado, cree que es libre, pero solo se ha hecho esclavo de sí mismo. Es él mismo el que se exige, es él mismo el que se critica, es él mismo el que se culpa. Es él mismo el que se sobreexplota. Se apunta con el dedo a sí mismo y dice: Yo soy culpable.

 

La presión destructiva no viene del otro, proviene del interior.

 

La masificación de este ser humano que se exige a sí mismo sin clemencia, se ha visto beneficiada por el auge tecnológico. Porque lo que nos facilita la vida, nos ha facilitado también otra cosa. La expulsión de lo distinto. Nos ha ayudado a expulsar al otro de nuestras vidas. El autor dice: El hombre ya no se relaciona con los demás, solo se conecta. Son conexiones, no relaciones. Por lo que, La soledad y el aislamiento se acentúa. Proliferando el yo, proliferando lo igual. En redes sociales formamos comunidades de lo igual. Las personas que piensan igual se agrupan. Más que agruparse, se acumulan. Porque en redes no se generan amistades, se producen amigos, se producen seguidores. Son números y números que se acumulan y se deforman. Ya no tenemos relaciones con lo distinto. Lo distinto formaba anticuerpos como una vacuna en el ser humano. Por lo que Hoy estamos expuestos a todas las enfermedades mentales. Los algoritmos, proliferan lo igual. Nos sugieren qué ver, solo lo que nos gusta, nos sugieren qué escuchar, solo lo que nos gusta. Nos damos atracones de series de nuestro gusto. Ya no hay espacio para lo diferente.

 

Viajamos por todas partes sin tener ninguna experiencia. Uno se entera de todo sin tener ningún conocimiento. Se ansían vivencias y estímulos con los que, sin embargo, uno se queda siempre igual a sí mismo. Uno acumula amigos y seguidores sin experimentar jamás el encuentro con alguien distinto. Los medios sociales representan el grado nulo de lo social.

 

Hoy hay un exceso de comunicación, hay una hipercomunicación, se acumula y al acumularse deja de comunicar y solo deforma. Las personas no se detienen a leer una información. Si no que saltan de una a otra, leyendo incluso solo titulares. No se centran en una sola actividad por mucho tiempo. No maduran lo que experimentan, porque todo es vertiginoso. Un gran ejemplo es leer un libro, es una de las pocas actividades en donde las personas aún se mantienen atentas a una misma información. Leer requiere una temporalidad. Quedarte en un libro por un largo periodo, madurar esa información. Porque necesitas de tiempo para generar una experiencia con ese libro. Eso es algo esencial que hoy ya poco se practica.  Por eso, siempre he estado en contra de la lectura rápida. La lectura rápida carece de temporalidad.

 

Los seres humanos que ya no experimentan lo diferente, nosotros que no maduramos nuestras experiencias, vivimos en un bucle, en el bucle del me gusta, en el bucle de lo que nos agrada, rodeados en redes sociales de quienes piensan igual a nosotros, es decir, vivimos en una habitación llena de espejos donde solo nos reflejamos nosotros mismos. Es el bucle del yo. Creemos que somos libres, pero vivimos encerrados en nosotros mismos. Por lo que fácilmente nos autoexplotamos y caemos en el narcisismo.

El contacto con el otro y su negatividad nos hacía evolucionar, crecíamos. Hoy estamos estancados. La violencia de lo igual detiene procesos de crecimiento humano y dispara el económico.

Pero ustedes pueden decir, que no somos todos iguales, que mucha gente busca diferenciarse de otra, se ve en como se visten, se ve en como se pintan el pelo. Algunos son fans de Star Wars, del señor de los anillos, otros de equipos de futbol. Nos diferenciamos. Pero no. El autor señala que aquello es solo autenticidad. Una ilusión de ser diferente. Porque al compararte con los demás vuelves a ti mismo, te produces a ti mismo. Dices: ¡Ah! Él es diferente, entonces yo también quiero ser diferente. Y eso no produce diferencia, al contrario, produce igualdad. No hay alteridad.

 

El imperativo de autenticidad desarrolla una obligación para consigo mismo, una coerción a cuestionarse permanentemente a sí mismo, a vigilarse a sí mismo, a estar al acecho de sí mismo, a asediarse a sí mismo. Con ello intensifica la referencia narcisista.

 

La autenticidad hoy en día es aprovechada por el mercado, y las diferencias que genera son comercializables. Porque los individuos expresan su autenticidad mediante el consumo. Poleras, tazones, gorros de bandas musicales, de artistas, de equipos de futbol, tintes para el pelo, Funkos en el caso de los lectores. Distinta es la alteridad que no puede ser comercializable.

 

El imperativo de la autenticidad engendra una coerción narcisista. No es lo mismo el narcisismo que el sano amor a sí mismo, que no tiene nada de patológico. No excluye el amor al otro.

 

La visión del mundo del narcisista elimina al otro. Ya que solo ve la realidad a través de las matizaciones de sí mismo. Se intensifica el yo. Te ahogas en ti mismo y aquello solo genera vacío. Porque estás solo contigo mismo.  Te cansas de ti al punto que dejas de sentirte y necesitas más estímulos. Como el de una selfie.

 

Los selfies son bellas superficies lisas y satinadas de un yo vaciado y que se siente inseguro.

 

De esta forma, Byung-Chul Han va desmenuzando los principales problemas del ser humano actual, que es un ávido consumidor de redes sociales. Su tesis gira en torno a una vida en sociedad que cada vez intenta agradar más al ciudadano, eliminando lo distinto. Todo intenta amoldarse a la persona, a sus gustos e intereses, no hay nada que se le contraponga, y eso genera un efecto dominó del yo.

Como el fin es producir, las personas sacrifican su tiempo y no interactúan lo suficiente con lo otro, para generar una maduración. Te sientes psicológicamente mal, y en ves de tomarte tu tiempo y enfrentar tus conflictos, analizarlos, te medican y estás listo para seguir produciendo. Y para vender más echan mano de la autenticidad. Que al final, son tipos iguales vestidos de una manera diferente. A lo largo del ensayo el autor va dando ejemplos e indagando en todos los puntos importantes sobre estos temas. Cita constantemente a otros filósofos para dar base a su tesis, que a pesar de ser filosófica, está escrita de una forma muy amigable para todo tipo de lectores. Por eso el autor es tan leído. Puedes tener algunos problemas con conceptos puntuales, pero en general el libro se lee muy bien. Y no se queda solo en una crítica, en revelar males, sino también en dar soluciones y salidas a los problemas.

Lo que nos puede rescatar del infierno de lo igual es el arte, sobre todo la poesía. Escuchar al otro y amar al otro a pesar de que piense distinto a ti. Y el autor cita a Nietzsche.

 

¿En qué consiste el amor sino en entender y alegrarse de que haya otro que viva, actúe y sienta de forma distinta e incluso opuesta a como lo hacemos nosotros?

 

Me gusta mucho la idea de Han, de alejarse de los análisis filosóficos densos y darles mayor fluidez para que más personas se animen a leer estos temas sin tanto miedo a no entender. De hecho la historia de Han es muy inspiradora. En un inicio estudió metalurgia pero abandona esa carrera porque en realidad quería estudiar literatura. Como en su país por presiones familiares no podía, decide irse a Alemania sin saber alemán y casi nada de filosofía. Pero era un lector muy lento. No podía mantener el ritmo de lectura que una carrera literaria le exigía, por lo tanto se cambia a filosofía, donde bastaba con leer una página al día. Ahora da clases en la universidad de Berlín. Creo que para muchos este autor puede ser un gran ejemplo.

 

También pueden ver esta reseña en mi canal de youtube




 Ricardo Carrión

Administrador del blog

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