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domingo, 11 de diciembre de 2022

Reseña: La conjura de los necios (John Kennedy Toole)

 Reseña: La conjura de los necios. John Kennedy Toole

 

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¡Hola a todos! Bienvenidos al blog. Hoy les traigo la reseña de La conjura de los necios del autor estadounidense John Kennedy Toole.

 

La publicación de esta novela tiene una historia bastante trágica. Su autor la escribió a principios de la década de 1960 e intentó publicarla en diferentes editoriales pero todas rechazaron el manuscrito. Frustrado por el fracaso de su obra entra en un proceso de autodestrucción y a los 32 años de edad en 1969 decide terminar con su vida. Años más tarde su madre insistiría en la publicación de la novela de su hijo hasta lograr que un reconocido escritor norteamericano la leyera. Walker Percy en un inicio lee la novela a regañadientes pero finalmente le gusta tanto que gracias a sus contactos se logra publicar en 1980. En 1981 gana el premio Pulitzer de ficción.

 

La conjura de los necios es una novela en que la opinión de los lectores es muy dividida. Algunos, con la promesa que les hará reír mucho, se decepcionan porque no les causó gracia. Otros no entienden hacia dónde se dirige la historia. Las aventuras de su personaje principal parecen no tener ningún sentido y abandonan el libro a la mitad.

 

En un inicio me sentí como esos lectores, no me reía y tampoco entendía el sentido de la historia de Ignatius Reilly. Pero me mantuve firme en la lectura hasta que empecé a reírme sin darme cuenta.  Cuando terminé el libro sentí que estaba ante una novela extremadamente bien pensada y que nada de lo disparatado de la historia es al azar. Es un engranaje perfecto, que parece flexible, caótico, pero que está muy bien calculado.

 

Con el pasar de las páginas me di cuenta que era mi tipo de novela. De esas que critican la sociedad, que critican el sistema y que nos presenta personajes que han sido destrozados por una sociedad de consumo. Es una novela de perdedores y marginados que sufren las injusticias de los tiempos modernos. Personajes rotos por dentro, llenos de soledad y frustración. Pero en un inicio no la reconocí así. Es más, no podía enmarcarla en ninguna temática específica. ¿Y esto por qué? Porque estoy acostumbrado a que las novelas de este tipo son introspectivas, melancólicas, tristes y desoladoras. Con personajes que no pueden soportar el peso de la realidad, que buscan escapar de ella por medio del silencio y la soledad. Levantando barreras a su alrededor.

En cambio, La conjura de los necios aborda esta temática de manera totalmente opuesta. Ignatuis Reilly no combate el peso de la realidad sucumbiendo ante ella, aplastado, disminuyéndose ante ella, callándose, reflexionando en silencio. Lo combate con altanería, con glotonería, con superioridad moral. Arrasando con todo. Eleva su espada de plástico contra las injusticias y lo que cree que está mal. Contra una sociedad que no reconoce su genio, que no reconoce su talento y su inmensa sabiduría. Una sociedad que se ha volcado al consumo y ha perdido su encanto medieval. Todo el mundo está equivocado, todo el mundo está en su contra. Por lo mismo, él está en una constante lucha contra aquellos que se aferran a ideas equivocadas. Que cometen errores, que su misma existencia es un error. Contra ellos lucha cada día. Contra los necios. Y por eso la novela inicia con esta frase:

 

“Cuando en el mundo aparece un verdadero genio, puede identificársele por este signo: todos los necios se conjuran contra él”.

 

Un personaje así no puede tener una apariencia que lo haga pasar desapercibido. Si estamos hablando del opuesto al típico personaje desencantado con el mundo, no puede tener un aspecto normal. No puede ser invisible. Tiene que ser diferente. Es por eso que, el inicio del libro me parece de una genialidad asombrosa. Porque parte describiendo a Ignatius. Y en una situación bastante especial. Se encuentra en un lugar muy concurrido, lleno de gente, pero un policía se fija en él, sin siquiera él hacer nada. Está parado frente a unos almacenes esperando a su madre. No hace nada, pero el policía lo encuentra sospechoso y quiere detenerlo. Ignatius siempre llama la atención porque simplemente no encaja. No es parte del público homogéneo donde son todos iguales, normales. Personas producidas en masa por el sistema. Él resalta, incomoda, molesta, es diferente. Está hecho para incomodarlos a todos, incluso al lector. Ignatius no es un héroe, es un antihéroe.

 

No encaja ni con su pensamiento ni con su apariencia. Desde su interior hasta su exterior Ignatius es un extranjero en la ciudad norteamericana de Nueva Orleans donde se desarrolla la historia.

Cuando iniciamos una novela cuyo protagonista no encaja en el mundo, empatizamos inmediatamente con él, porque está triste, porque está solo, porque se siente perdido, porque es inferior a nosotros, o es igual a nosotros, nos sentimos como él. Pero cuando el personaje es altanero, cuando el personaje nos desprecia sin titubeos, y se siente superior a nosotros, no entendemos nada. Por eso esta novela es muy poco comprendida.

 

“Sólo me relaciono con mis iguales, pero como no tengo iguales no me relaciono con nadie”.

 

A medida que la historia se desarrolla, constantemente el narrador hace referencia al físico de Ignatius, presentándolo siempre como un tipo enorme, desproporcionado, como si su cuerpo no pudiese contener su interior.  En Ignatius Reilly todo es exageración. Es hipocondriaco, cualquier molestia en su cuerpo para él es una enfermedad terminal, cualquier conflicto o roce con los demás es una demanda, cualquier actividad que realice debe estar destinada a la grandeza, no le interesa el trabajo común, eso es para seres inferiores. Por no decir, que también es un gran holgazán. Tiene 30 años, vive con su madre y su gran sueño es poder vivir de un cheque social. Se encierra en su cuarto a escribir sin parar una serie de cuadernos que el denomina “Gran Jefe” llenos de sus reflexiones con las que pretende cambiar el mundo, pero no son para aliviar su espíritu, sino para algún día ser una gran obra. Tiene constantes problemas de gases porque su válvula pilórica no funciona bien. Según él, porque es más desarrollada que la de los demás (Otra exageración) Cuando cualquier situación lo incomoda, por mínima que sea, inmediatamente su válvula se cierra y comienza a hincharse como un gran globo. Por la misma razón, los eructos son parte inherente de su personalidad. Todo le molesta, todo le incomoda, el mundo entero está en su contra. Por lo mismo, la estabilidad de su mente siempre está en duda. Ignatius Reilly es una gran hipérbole.

 

“La mayoría de los necios no entienden mi visión del mundo en absoluto”.

 

Ahora vamos con el argumento del libro. Como ya conocen un poco a Ignatius, solo un poco, porque me quedé corto en su descripción, les puedo contar que por ciertos motivos, su madre y él deben pagar un gran cantidad de dinero por algo que hicieron. Y esto activa la novela y pone en acción a los personajes. Su madre, le dice a Ignatius que no tiene como pagar ese dinero por lo que él debe encontrar un trabajo. Y ya se pueden imaginar lo que significa para una persona tan especial como él tener que salir a la calle a buscar empleo. Es una verdadera perversión.

 

“… el nuevo destino de Pedro Labrador sería muerte, destrucción, anarquía, progreso, ambición y autosuperación. Iba a ser un destino malévolo: ahora se enfrentaba a la perversión de tener que IR A TRABAJAR”.

 

Ignatius es un Don Quijote con sobrepeso, pero al contrario del Hidalgo Caballero no basa su locura en libros de caballería. Sino en tratados filosóficos medievales. Se considera a sí mismo un medievalista, un intelectual y un mártir del medioevo. Su gran mentor es el filósofo romano Boecio y su gran obra: La consolación por la filosofía. Este libro encierra un concepto clave para la historia y para Ignatius: La rueda de la fortuna. Es decir, Ignatius cree que su vida está gobernada por el azar que la rueda de la fortuna dispone para él. Donde pueden haber ciclos buenos, como también ciclos malos. Buenas épocas y malas épocas. Y claro, de la forma en que inicia la novela está claro para Ignatius que la rueda se ha ensañado con él y lo está haciendo pasar por una mala racha.

 

“Oh, Fortuna, oh, deidad ciega y desatenta, atado estoy a tu rueda —Ignatius eructó—. No me aplastes bajo tus radios. Elévame e impúlsame hacia arriba, oh diosa”.

 

Y esta frase, que parece otro de los disparates de Ignatius, encierra el entramado de la historia. La historia está diseñada para representar el movimiento de la rueda de la fortuna.

 

Cuando un policía intenta detener a Ignatius en las primeras páginas del libro se inicia un ciclo donde la rueda gira hacia abajo para nuestro protagonista, donde empieza a ser aplastado por ella. De esta forma comienzan a sucederle una serie de acontecimientos desagradables, uno tras otro. Es decir, que la conjura de los necios no es más que un viaje dentro de la rueda.

 

Como lectores y a través del narrador omnisciente, seguimos a Ignatius que debe salir a buscar empleo. Nos entretenemos con su historia, con sus disparates, con los empleos que consigue y con las personas que conoce en dichos empleos.

 

Pero la narración tiene algo muy interesante. Los personajes que conocen e interactúan con Ignatius no desaparecen de la historia, sino que se integran a ella y se narran sus propias historias. Ignatius pasa por sus vidas y ellos entran en el libro y a pesar de que Ignatius se aleje de ellos en la historia, el narrador nos sigue contando sus vidas, porque sus historias personales se empiezan a entrelazar con el argumento principal. Ellos también entran en la rueda y empiezan a girar con Ignatius.

 

Todos entran en el ciclo, Ignatius los inicia, los toca con su presencia y los convierte en nuevas presas de la rueda. Esta idea, me pareció realmente bella y artística, porque en la novela todo lo que sucede parecen simples acciones cotidianas y disparatadas, pero están todas llenas de sentido. Lo disparatado de las ideas y acciones de Ignatius parecen no tener ninguna lógica. Pero incluso lo más absurdo tiene un por qué en la historia. En las páginas finales todo encaja, todo calza perfecto. La gama de personajes recibe el veredicto final de la rueda, algunos terminan aplastados mientras otros suben. Es realmente hermoso.

 

La novela está narrada de forma simple y directa por el narrador omnisciente. Pero en ocasiones es interrumpida por pequeños fragmentos que Ignatius escribe en sus cuadernos Gran jefe, que generalmente son reflexiones de sus aventuras. Reflexiones con las cuales podemos conocer un poco más a profundidad la mente de nuestro antihéroe. También la narración es interrumpida por la correspondencia que Ignatius mantiene con una amiga muy especial, Mirna Minkoff. Como la historia no tiene una mayor complejidad narrativa y abusa sin contemplaciones del humor, muchos se aburren y abandonan la novela. ¿Y esto por qué? Porque la historia carece de la típica tensión narrativa que alimenta las ganas de seguir leyendo, de seguir avanzando. Es arriesgado lo que hace el autor, porque busca reemplazar la clásica tensión narrativa generada por una historia interesante, que atrapa al lector, por una historia donde el humor debe atrapar al lector, es el humor el que cumple el papel de generar tensión, es el encargado de captar la atención, por eso, si el lector no encuentra graciosa la novela, es muy probable que no la siga leyendo. Porque las aventuras de Ignatius buscando empleo no logran ser una historia por sí sola atrayente, sus acciones no son interesantes, pero el humor las transforma y las vuelve atractivas. Lo mismo para el resto de los personajes, sus vidas son anodinas, sin brillo ni gracia, son vidas grises y tristes, rutinarias, que a nadie les interesa, pero que, revestidas de un barniz cómico, toman otra forma. Porque el autor en ningún momento intenta contarte una historia que te atrape, sino una historia que revele una realidad social y una realidad humana. Mostrando nuestras miserias como sociedad. Lo bajo que hemos caído, lo enfermas que están las personas por vivir como lo hacen, por intentar seguirle el ritmo al mundo, y de cómo este mundo moderno las afecta, como las corrompe y las humilla. Las destruye. En la novela se describen empleos miserables, sueldos miserables, pocas oportunidades para las personas de encontrar un trabajo decente. Personas de la tercera edad aún trabajando, abusos por ser afroamericano. Personajes que caen en vicios para poder escapar de la realidad. Mientras que, las personas con mejor situación económica no se encuentran mejor, carecen de perspectiva, no tienen conexión con la realidad, tienen también sus propios problemas, puede que no sean económicos pero son de otra índole. E ignatius se pasea por la Nueva Orleans de los años 60 buscando un trabajo, pero en el fondo lo que hace es darnos un tour por la realidad de su tiempo, por su realidad social, la que todavía sigue siendo la realidad de nuestro tiempo y por eso la novela no pierde frescura.

 

Una historia así, que tiene un mensaje tan potente, sin el humor, nos destrozaría. Todos los personajes que afrontaran una vida así, son prisioneros de un sistema. Atrapados, coartados, limitados para vivir. Y eso es devastador para un lector sensible. Pero como bien dijo Cortázar en sus clases de literatura. El humor es imprescindible en la novela cuando se tratan temas complejos y dolorosos, el humor, a veces, es la única forma de enfrentar una situación difícil. Y aunque la novela de Toole está llena de anécdotas graciosas, no puedes quitarte un gusto amargo al leerla, esa tristeza que desprende.

 

Esto John Kennedy Toole lo sabía muy bien. Una persona que de alguna forma siempre sintió la limitación. Toma a sus personajes y hace lo más humano que se puede hacer. Reírse de sus propias desgracias. De sus propias vidas, porque si eres capaz de reírte de ti mismo aún conservas una pizca de libertad. Si eres capaz de reírte de ti mismo aún el sistema no ha ganado. Aún los necios no han ganado. La batalla continúa. Y toda esta gama de personajes encabezada por Ignatius apuntando su espada de plástico hacia el frente, nos están enviando un mensaje. A pesar de las injusticias y el dolor, No te rindas que la rueda sigue girando.

 

A menudo las novelas que son cómicas no son tomadas en serio. Se leen con ligereza, porque existe la idea equivocada de que lo que es cómico no puede ser importante. En la conjura de los necios John Kennedy Toole nos dice todo lo contrario, lo que es cómico encierra los mensajes más importantes. Claro, el humor de Toole no es un humor para todos, y eso limita un poco el alcance de la novela, porque es un humor negro, ácido. Y entiendo a los que no les gusta. Es normal. Sobre todo Ignatius, no es un personaje para todos. A muchos les puede repeler. Ignatius funciona dentro de extremos, es extremadamente glotón. Pero a la vez, es tremendamente pobre, por lo mismo cuando puede comer algo se lo devora.  Es excesivamente ególatra, pero muy torpe, perdí la cuenta de todas las veces que sucumbió ante la gravedad. Se cree muy listo, pero sin darse cuenta revela sus vergonzosas intimidades. Pregona contra el sistema, pero al mismo tiempo no puede perderse ninguna película. Su contradicción es humana. Sus extremos lo hacen gracioso, pero luego de la risa viene la sonrisa triste. Ignatius es grande, enorme, una montaña, pero es muy sensible, el mundo lo hiere. Su válvula se cierra, sus manos empiezan a picar. Sufre. En la conjura de los necios, luego de la risa, viene la tristeza. La amargura se cuela como un polizón a bordo, te invade inesperadamente y te hace reflexionar.

 

Ahora que lo pienso, cada uno de los personajes me gustó mucho. Creo que Toole explotó muy bien sus personalidades para hacer humor.  Agregó elementos físicos, cosas, objetos para a través de la reiteración hacer sus acciones más graciosas. Por ejemplo, jamás podré olvidar al señor Clyde y su tenedor, de Jones sus lentes y su eterna humareda, además de su lenguaje. De Santa Battaglia el retrato de su madre, de la señora Reilly sus zapatos de bolos, Los disfraces de Mancuso. La tabla para hacer ejercicios de la señora Levy, la visera verde de Trixie. Y la indumentaria de Ignatius, la cual ya era llamativa y que Toole acentúa más cuando pone la espada de juguete en sus manos y el resto de los accesorios de su disfraz.

 

Bueno, Lamento haber hecho una reseña tan larga, se que va en contra del buen gusto y la decencia, de la teología y la geometría. Pero espero les haya gustado. No vemos la próxima semana. Atentamente El zorro.

 

Pueden encontrar esta misma reseña en mi canal de youtube:




 Ricardo Carrión

Administrador del blog

viernes, 18 de noviembre de 2022

Reseña: Mendel el de los libros (Stefan Zweig)

 Reseña: Mendel el de los libros. Stefan Zweig


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¡Hola a todos! Bienvenidos al blog. Hoy les traigo la reseña de Mendel el de los libros. Una novela bastante breve del escritor austriaco Stefan Zweig. Por su brevedad y por la maestría con que está escrito me parece una gran opción para iniciar con el autor si aún no han leído nada de él.

 

Mendel el de los libros es una historia que si no se lee con suficiente atención se pueden dejar pasar las maravillosas reflexiones que plasma Zweig en la novela. Cuando la terminas, inmediatamente sientes que es una historia que nos habla de las atrocidades de la guerra. En este caso, la primera guerra mundial. Ya que la novela está ambientada en Viena antes y después de este devastador hecho bélico. Nos narra hechos antes de 1915 y después de esa fecha.

 

Pero la guerra no es lo único tema, también es un detonador, un elemento que sirve para catalizar una reacción más grande: la reflexión sobre el paso del tiempo, la fugacidad de la vida y lo irrepetible en el mundo.

 

¿Para qué vivimos, si el viento tras nuestros zapatos ya se está llevando nuestras últimas huellas?

 

 

Lo irrepetible es representado en la novela de la mano de este personaje llamado Mendel, un librero, un vendedor de libros. Pero no era un librero cualquiera, no tenía la típica tienda de venta de libros usados. No, él vendía libros sentado desde la mesa de un café en la ciudad de Viena. Mendel no necesitaba de un establecimiento, porque su mayor virtud no era la del mero acto de vender, sino la del profundo conocimiento de todo tipo de libros, incluso los más extraños, además de saber cómo localizarlos. El libro que necesitaras por imposible que fuera conseguirlo, Mendel podía ponerlo en tus manos. Por lo tanto, la satisfacción de Mendel no era el solo hecho de vender un libro, si no la de encontrar para alguien un libro que nadie más que él podía conseguir. La venta de libros no era un medio para vivir, era su vida.

 

Tan sólo el libro, jamás el dinero, tenía poder sobre él.

 

 

Él podía lograr esto gracias a su gran y único poder de concentración y ensimismamiento. Podía abstraerse del mundo, dejar de percibir la realidad y sumirse en la lectura atenta y detallada de cada uno de sus libros, para registrarlo en su memoria por siempre en una especie de catálogo mental. Pero Mendel no leída los libros para apreciar y reflexionar su contenido, sino solo para catalogarlos. Por eso se le conocía como una enciclopedia andante.

 

Leía con un ensimismamiento tan impresionante que desde entonces cualquier otra persona a la que yo haya visto leyendo me ha parecido siempre un profano.

 

Esa forma de abstraerse de todo y de ignorar el mundo real solo para centrarse en los libros hacía a este personaje irrepetible. Nunca hubo o habrá nadie como él. El mundo podía desmoronarse a pedazos a su alrededor y Mendel no se enteraría de nada, porque estaría ocupado leyendo sentado en la mesa del café.

 

Todo lo que es único resulta día a día más valioso en un mundo como el nuestro, que de manera irremediable se va volviendo cada vez más uniforme.

 

Si se lee la novela con atención, se puede apreciar que Zweig destacaba la capacidad de memoria de Mendel, el acto de recordar. Lo que lo hacía tan especial y único, es decir tenía una faceta positiva, pero también se puede apreciar que el hecho de encerrarse en sí mismo, de perder el contacto con la realidad, con las personas y el mundo que lo rodea a un nivel tan pero tan extremo, puede ser nocivo. Incluso Mortal. Por un lado es un milagro, por otro una pesadilla.

 

Ahora viene lo bello de esta novela. ¿Cuándo un personaje se transforma en irrepetible? Cuando el tiempo pasa. Lo mismo que nos destruye y nos vuelve polvo (el tiempo), es lo mismo que nos da identidad y figura. La fugacidad del tiempo es indispensable para que exista lo irrepetible. Pero no basta solo con eso, nos falta otro elemento, el recuerdo. Y el recuerdo se genera a través de lo relacional, del contacto entre personas, del contacto entre la persona y la sociedad, del nexo entre seres humanos. El paso del tiempo y el recuerdo dejan en evidencia lo irrepetible. No es casualidad que Zweig eligiera a un librero para su historia. No es casualidad que eligiera a Mendel. Porque uno de esos nexos tan preciosos que pueden conectar personas son los libros. Como objeto en sí mismos, o como historias sobre otros, emociones de otros que ya no están, reflexiones de otros que se fueron.

 

Los libros solo se escriben para, por encima del propio aliento, unir a los seres humanos y así defendernos frente al inexorable reverso de toda existencia: la fugacidad y el olvido.

 

El ensimismamiento extremo que practicaba Mendel tenía un doble filo, a pesar de ser milagroso para su memoria le negaba al mundo exterior su mundo interior. Lo subjetivo de Mendel se perdía. Es por eso que el inicio del libro y la forma en que está contado me parece una maravilla. Porque está narrado como un recuerdo. El narrador nos presenta a Mendel desde su memoria. Ha pasado el tiempo, vuelve a un café que desde hace mucho tiempo no visitaba y con dificultad aparece en su memoria un recuerdo, el de Mendel. Pero es un recuerdo incompleto. Hay algo que le falta, y otra persona, una mujer, lo ayuda. A través de los recuerdos de los dos logran reconstruir a este personaje irrepetible para que nosotros podamos conocerlo. Es decir, una memoria colectiva. Son las relaciones entre personas las que logran que a pesar del paso del tiempo develen lo que fue único. El narrador, como personaje, sirve como contrapunto de Mendel, porque él sí tenía la capacidad de relacionarse con el mundo y también podía recordar y la información que le faltaba, la podía conseguir preguntando, relacionándose con otros. Hay un punto clave en la novela donde dice que hubo un tiempo en que dejó de relacionarse con el mundo, que se encerró en sí mismo por asuntos de la guerra, pero podía ir y venir desde su interior al exterior, cosa que Mendel no podía hacer. El mensaje de Zweig es clarísimo, el equilibrio entre nuestro mundo subjetivo y el relacional es vital. Encerrarse en sí mismo de manera extrema puede ser fatal, y deja entrever que esto mismo se puede extrapolar a nivel macro, a nivel de países. Encerrarse dentro de fronteras también puede ser fatal, el perder el contacto entre naciones, entre culturas diferentes puede ser fatal. Quizá si no existieran las fronteras. No tendríamos que recordar a Mendel y el podría encontrar para nosotros. Esos libros perdidos que nadie más que él puede hallar.

 

Pues el recuerdo siempre une. Y un recuerdo afectuoso, doblemente. 

 

Esta misma reseña la puedes encontrar en mi canal de youtube

 

 

 

Ricardo Carrión

Administrador del blog

 

 

 

viernes, 28 de octubre de 2022

Reseña: El señor presidente. Miguel Ángel Asturias

 Reseña: El señor presidente, de Miguel Ángel Asturias

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¡Hola a todos! Bienvenidos al blog. Hoy les traigo la reseña de El señor presidente. Novela escrita por Miguel Ángel Asturias, escritor guatemalteco que ganó el Premio Nobel de Literatura el año 1967. Es uno de los pocos ganadores de este premio literario en Latinoamérica.

 

Como consejo. Yo leí esta obra en la edición conmemorativa de la RAE, que se caracteriza por traer diversos estudios sobre la novela y su autor. Lo que hice fue leer primero la novela y luego los estudios. Si no quieren llenarse de spoilers hagan lo mismo, porque los artículos están llenos de ellos. Es mejor dejarlos para el final.

 

El señor presidente es una novela espectacular por donde se la mire. Leerla fue una experiencia única e irrepetible. Todos deberíamos hacer el intento, aunque sea una vez en la vida de transitar por sus páginas. Tiene todo lo que me gusta de la novela latinoamericana. Utiliza como base la realidad histórica para crear una ficción al parecer caótica, desorganizada, pero que por detrás encierra una forma y un método que el lector debe descubrir. Es una novela muy completa tanto en fondo como en su forma. Aunque yo me quedo con su forma, con su lenguaje, con la poesía que encierra y con lo sensorial. Es un novela donde no solo debes leer, sino también agudizar tu sentido auditivo.

 

Fiel a las temáticas de nuestra literatura. El señor presidente tiende a ser una novela de denuncia social, en especial contra las tiranías latinoamericanas. Pasa a formar parte del grupo de lo que se conoce como “La Novela de Dictador”. Grupo compuesto por títulos como: Yo el supremo de Augusto Roa Bastos, La fiesta del chivo de Mario Vargas Llosa, El otoño del patriarca de Gabriel García Márquez y El recurso del método de Alejo Carpentier, entre otras. Pero no solo eso, también es una novela precursora del boom latinoamericano y del realismo mágico por su constante paseo entre lo real y lo onírico que se mezclan de una forma muy natural gracias al lenguaje y a la forma en que está escrita. En ese sentido, en el texto, la forma potencia y le da vida al fondo, es decir, a la temática.

 

Como toda gran obra, en las primera líneas te puedes dar cuenta del tono que la novela tomará. En su inicio puedes palpar inmediatamente la prosa a la que te enfrentarás como lector. Y quizá también de lo que tratará.

 

Es una novela que denuncia las atrocidades de las tiranías en Latinoamérica, específicamente en Centroamérica. Pero no es un texto que reflexione sobre el tema, no hay personajes que inyecten ideas, que  hagan monólogos al respecto. Los temas no se vuelven discursos. Es una novela demostrativa. Materializa los abusos, las vejaciones, el horror y la corrupción de forma palpable. Asturias no pretende reflexionar para el lector, sino mostrar una realidad y que el lector reflexione a partir de lo que lee, que reflexione a partir de las imágenes que el autor plasma en su mente a través del texto. Que reflexione a través de las acciones de los personajes, del entorno, de la sociedad que se plasma a través del filtro del escritor. Es por ello que, el argumento principal de la novela es un simple hecho entre muchos. No es algo tan importante dentro de todo lo que pasa en la historia. Es solo el detonante de una seguidilla de hechos atroces. Es el clásico efecto dominó. Donde una pieza provoca la caída de todas las demás. La diferencia está en que, sí, todas las piezas caen. Pero no en el orden y la velocidad en que deberían hacerlo. Ahí está la magia de Asturias, hay una velocidad y un tiempo para cada pieza, para cada historia, por lo tanto, no se podría hablar de una serie de acciones sucesivas y lógicas que pasan una detrás de otra, sino solo de una serie de acciones cronológicas, pero cuyo orden deberá buscarlo el lector. Los hechos no siempre se cuentan en el orden en que suceden.

 

¿Cuál es el detonante? El asesinato del Coronel José Parrales Sonriente, un militar leal al señor presidente. Pero, al señor presidente no le interesa tanto quién mato al coronel, no le interesa averiguar la verdad, no, sino a quién le gustaría inculpar por su muerte. Es decir, imponer su verdad mediante una mentira. Esta muerte que fácilmente pudo ser accidental y rutinaria, es usada con fines políticos para inculpar a otra persona y por ende también afectar a los que rodean a esa persona. No les voy a contar más del argumento porque la gracia es leerlo, pero así inicia la novela, con violencia y luego una mentira. Una farsa que puede realizarse gracias al poder. La mentira y la corrupción son pan de cada día en esta historia. La verdad siempre es deformada por la mentira.

 

¿Por qué hablamos de realidad? Porque la novela se inspira según testimonio del propio Asturias en la dictadura de Manuel Estrada Cabrera entre 1898 y 1920, 22 años en el poder. En Guatemala. Por lo tanto, aunque en la novela no se diga explícitamente la fecha en que suceden los acontecimientos ni el lugar. Se entiende y se siente como la Guatemala de ese tiempo. De finales del siglo 19 y principios del XX. Asturias escribe esta novela entre 1920 y 1933. Ya exiliado. Y se siente, se nota que la escribió pensando en su tierra. La novela se publica finalmente 13 años después de ser terminada debido a la censura de la época. El señor presidente se publica en 1946 por editorial Costa-Amic en México. Aunque la edición corregida por el autor aparece en 1948 gracias a Editorial Losada en Argentina.

 

 

La razón por la cual desconocemos el lugar exacto donde acontecen los hechos y la fecha cuando suceden, es porque a pesar de ser una historia inspirada en la realidad, está mezclada con el mundo onírico. Con los sueños. La ensoñación es un recurso magnífico para causar una suerte de hipérbole, para que la crudeza de los hechos no se quede solo en crudeza, sino que también conmueva. Porque va más allá de la descripción de un hecho, intenta penetrar en el estado de conciencia de los personajes. Un hecho contado a secas se olvida fácilmente. En cambio, un hecho que se cuenta desde múltiples perspectivas diferentes, que van desde el plano psíquico de los personajes a la realidad, utilizando el lenguaje como herramienta que destruye lo concreto y lo transporta a una dimensión más etérea, se queda para siempre en tu mente. Ya no es una novela más de denuncia social latinoamericana. Es una obra poética, una novela donde el orden de las cosas no se respeta, lo que le otorga un caos y una inestabilidad absolutamente original e inigualable que al leerla dices: nunca en mi vida he leído algo contado de esta forma. Narrado de esta forma. A lo mejor sí he leído sobre temas parecidos, pero contados de esta forma. Jamás. Un ejemplo:

 

Le temblaban las mandíbulas, los dedos, las piernas… Al que le tiemblan los dedos, diríase que ha sacado los huesos y que sacude como guantes las manos. Al que le tiemblan las mandíbulas sin poder hablar, está telegrafiando angustias. Y al que le tiemblan las piernas, va de pie en un carruaje que arrastran, como alma que se lleva el diablo, dos bestias desbocadas.

 

En la cita, se trata de una mujer que tiene miedo y tiembla. El autor pudo decir. Ella temblaba. Pero en cambio escribe ese fragmento. Donde puedes percibir el miedo de una manera más intensa, más palpable, incluso puedes oír como le castañean los dientes. Cuando dice, telegrafiando angustias. Lo escuchas. ¿Cómo logra ese efecto con palabras impresas? Y así es en toda la novela. Un texto sensorial que percibes más allá de la simple lectura. Lo puedes oír.

 

El lenguaje en esta novela va más allá de lo novedoso. Se presenta el creativo español del pueblo guatemalteco a través del filtro de Asturias y, al pasar el lenguaje a través de él y plasmarse en la novela, inevitablemente está presente su propio criterio creativo y seleccionador. Por lo que hay cierta flexibilidad a la hora de la expresión de varios personajes. Esto puede ser desalentador para algunos lectores, porque hay muchas palabras o expresiones que no van a entender y a pesar de que la obra trae un glosario para ayudar en esa tarea. La lectura deja de ser fluida para pasar a ser entrecortada. Mi recomendación es que traten de ser intuitivos. Yo traté se ser intuitivo al momento de encontrarme con ese lenguaje. Intuir qué pueden significar ciertas palabras y expresiones. Para así evitar ir al glosario y cortar el flujo de lectura. Es un juego lingüístico y como lector debes tratar de ser flexible, dejarte llevar, ir con el ritmo. Porque si lo repeles, no podrás con el resto de la novela. Es un juego lingüístico que calza absolutamente con la parte irreal y caótica de la novela, con el caos a modo de pesadilla que intenta plasmar el autor. Lo caótico del habla de muchos de los personajes logra unir lo real con lo irreal. Lo tosco del español correcto, le quitaría magia y vida a una novela que busca romper con lo convencional. Pero no todos los personajes se expresan de esa manera, solo algunos. De alguna forma el lenguaje te permite diferenciar entre clases sociales.

En el ensayo escrito por Vargas Llosa en este libro dice lo siguiente:

 

Pero, a medida que la historia desciende a los sectores más populares la riqueza y la novedad de la expresión aumentan, se diversifican, introduciendo palabras, canciones, audacias gramaticales, insólitas metáforas, ritmos, expresiones generalmente relacionadas con los insectos y las plantas y los árboles locales.

 

Hay en la novela personajes que hablan un español más correcto, como también los que juegan con el lenguaje. Esto se suma a la prosa poética del autor y a la utilización de diversos recursos literarios. Es una combinación que realmente le permite al escritor jugar con la realidad, y al lector perderse en los laberintos creados por él. La temática es real, pero el mundo donde se plantea se desdibuja y se retuerce a cada página. Cada texto tiene vida propia, se transforma a medida que la historia avanza.

Gracias a esto, la ambientación, logra resultar pesadillesca, como las novelas de Dostoievski, decadente, insalubre, inhóspita. Parece mentira que personas que tienen un idioma tan enriquecido por su espíritu puedan vivir en tales condiciones. Como si la vida se abriera paso a través de sus palabras. Como si su espíritu saliera por sus bocas. La realidad que nos presenta Asturias pierde estabilidad, no por la presencia de un mundo onírico proveniente de los cielos, que cae sobre esta ciudad anónima, sino por un submundo que emerge desdelo profundo, el efecto deformador viene desde bajo de la tierra, desde la oscuridad, oscuridad que logra confundir los sueños con la realidad para profundizar en el lado psíquico de los personajes. Pareciese que solo en ese terreno pudiese vivir lo decadente del ser humano. El lado oscuro de las personas que tienen miedo. Miedo al poder de otros. Miedo al poder del señor presidente.  

 

Porque el señor presidente es un personaje muy especial, es el único que tiene libertad. Es el único que no puede tener miedo porque él es el responsable de causarlo. Todos los demás lo temen, y por lo mismo, lo ven en todas partes. La figura del señor presidente es espectral, digna de una pesadilla. Te lo puedes encontrar en cualquier esquina, en las bocas de la gente común, que lo nombran. Que lo mencionan, el señor presidente se compone a partir de diversos puntos de vista. Es un rompecabezas que se arma pieza a pieza. Es y no es. Es el ser que tiene un pie en la realidad y otro en la irrealidad. De él nacen las mentiras. Que no son más que armas con las que deforma la realidad. Las mentiras son las que desdibujan el mundo, lo cortan y amoldan a su propio beneficio. Sus ordenes no son más que pequeñas libertades que le da a sus subordinados. Pequeños poderes para ser libres por algunos momentos. Esos personajes aprovechan esa libertad y abusan de ella antes de perderla. Porque saben que van a perderla y en el fondo todos intentan sobrevivir en un mundo sin esperanzas. Donde vivir duele, aunque el espíritu se resista a morir.

 

No es una novela para todos, a muchos se les puede dificultar por el lenguaje, pero no se dejen vencer por eso, vibren con lenguaje, cabalguen encima de él, fluyan con él y disfrutaran esta obra maestra. Una experiencia única para cualquier lector.

 

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 Ricardo Carrión

Administrador del blog

 


viernes, 14 de octubre de 2022

Reseña: La Carretera.Cormac McCarthy (Libro)

 Reseña libro: La carretera de Cormac McCarthy

libro

¡Hola a todos! Bienvenidos al blog. Hoy les traigo La reseña de La carretera del escritor estadounidense Cormac McCarthy. Novela que fue galardonada con el premio Pulitzer el año 2007. Se trata de una historia de ciencia ficción post-apocalíptica donde no hay muchas acciones, es un relato calmado con una prosa muy especial, por lo mismo no es del gusto de todos. Cuesta en un inicio conectar con la historia.

 

En el mundo creado por McCarthy ocurre un cataclismo desconocido que arrasa con la vida sobre la tierra y por ende con la sociedad humana. A pesar de este evento catastrófico de gran magnitud, quedan sobrevivientes que terminan vagando por un mundo devastado: sin naturaleza, sin animales, sin sociedad y sin comida. Un mundo cubierto de cenizas con un sol y cielos opacos. En este escenario donde las personas, las ciudades y los bosques están calcinados, un padre y su pequeño hijo caminan por la carretera. Viajan por ella empujando un carrito de supermercado donde llevan todas sus pertenencias, o más bien, lo poco que han logrado encontrar que les permita sobrevivir. Van con dirección al sur. En busca de un clima más cálido, lejos del crudo invierno que los persigue.

 

Se trata de un mundo peligroso, no solo por las inclemencias climáticas, sino también por los escasos puñados de humanidad esparcidos por todas partes. Nuevamente es el hombre el principal enemigo del hombre, porque la sociedad se ha derrumbado, ya no hay reglas y todo está permitido para sobrevivir. Por lo mismo, quedarse en un solo lugar es peligroso para este padre y este hijo. Estar en movimiento es más seguro. Es una historia triste, dura, melancólica y que por momentos espanta.

 

El cataclismo ocurrió años atrás y debido a ello sucedió el desbaratamiento de la sociedad, el quiebre definitivo del mundo del ser humano y comenzando la degradación del mismo, perdiendo los valores y la moral. Quedando solo el instinto animal y de supervivencia. Conocemos este mundo gracias a los personajes, a lo que viven, a lo que ven y a lo que han vivido. En ocasiones la narración se intercala con algunas miradas al pasado. Como lectores vamos construyendo esta historia de forma fragmentaria. Con una narración directa que va intercalando recuerdos a modo de flashbacks.

Esta historia les puede gustar como no gustar. Cuando pensamos en novelas de ciencia ficción post-apocalipticas esperamos mucha acción, mucha aventura. Todos los elementos que tiene este libro se prestan para eso. Pero aquí el tema está tratado de una manera diferente. Eso me gustó mucho, porque no es lo mismo de siempre. Esta novela es como una pintura, como un fresco de la condición humana en situaciones extremas. La novela literariamente está ejecutada de una forma que me agradó bastante.

 

Se trata de un mundo devastado y calcinado. Y la prosa del autor está en esa misma sintonía. También ha sido devastada. Es una prosa minimalista a la que se le han quitado todos los elementos que le pueden dar vida. Que la hacen bella. Me recuerda mucho a Esperando a Godot de Samuel Beckett.

 

En el mundo que nos plantea el autor los árboles están quemados y así como los árboles no tiene hojas la prosa carece de conectores gramaticales que relacionen oraciones. De esta forma le quita fluidez de forma intencionada a la narración. Es una narración áspera, tosca. Como el propio mundo post-apocalíptico. Mundo en el que tampoco hay animales, lo que acentúa la ausencia de vida. Y por lo mismo en los diálogos tampoco hay verbos dicendi, o verbos de comunicación. De esta forma limita las expresiones y acciones comunicativas de los personajes. Limita las emociones, quitándole aún más a la narración cualquier rastro de vida.

 

Al quitarle casi todo indicio de vida al mundo, lo vuelve estático, inhóspito y frío. Repetitivo. Un mundo que no cambia, que incluso se derrumba. Y como reflejo, la prosa también es repetitiva y estática. Para ello utiliza muchos párrafos descriptivos, se narra lo que los personajes ven, lo cual no cambia mucho y se cae en la monotonía. Porque el mundo lo es. El mundo es monótono. Y luego de un párrafo descriptivo le sigue uno narrativo, áspero y tosco, libre de emociones, de vida, pero además es directo y mecánico. Es una narración medida para acentuar frialdad. Es directa porque evita narrar otra cosa que no sea la acción inmediata. Se centra en ella. Y es medida porque relata cada movimiento de forma acompasada. Hay un ritmo parejo, una articulación narrativa. Se narra una acción detrás de otra con espacios de tiempo similares. Eso crea un ambiente sofocante, desesperante, que como lector te mantiene atento, porque en cualquier momento les puede pasar algo drástico a los personajes.

 

Pero también puede provocar un gran rechazo en algunos lectores, porque no ven atractivo en la monotonía, en la frialdad de la narración. Los desilusiona porque esperaban algo más grandilocuente cuando la obra apunta a todo lo contrario, al minimalismo. Pero si se analiza esto con calma, la forma en que el autor hace una poda del lenguaje narrativo para mimetizar la narración con el mundo post-apocaliptico es sencillamente maravilloso.

 

Debido a lo anterior se entiende porque los personajes no tienen nombres. Porque el autor los despersonaliza. Se refiere a ellos como el hombre o el niño. Personajes que no tienen nada, ni siquiera nombres, son huérfanos. Hijos de un mundo que ya no existe. Su nuevo hogar es la carretera, un lugar común. Un bien común, que fue hecho para vehículos pero que ahora se usa para vivir. Es un hogar que no es un hogar, porque no es de nadie. Porque no está diseñado para ello. Pero al fin y al cabo lo es. Si te quedas en un solo lugar demasiado tiempo te pones en peligro, por eso estar en movimiento es fundamental. Y la carretera es ese hogar que te permite estar en movimiento. Si te vuelves estático, como el paisaje, como ese mundo post-apocaliptico, terminarás siendo parte de ese paisaje.

 

 

Como toda distopía la carretera toma elementos de la realidad conocida y los extrapola hacia un futuro posible. Por eso cuando el autor nos presenta este mundo devastado, lo sentimos real, porque ha sucedido en nuestro tiempo. Es el paisaje que han dejado las guerras a lo largo de la historia. Lo conocemos, no nos parece extraño. Por eso el autor no nos dice qué pasó, cuál fue el cataclismo, cree que lo podemos intuir. En eventos como este se ven afectados todo tipo personas. Malas, buenas y de moral cuestionable. Personas con fuertes convicciones, otras no tanto, que se quiebran ante la situación y pierden su humanidad. Es ahí donde hay muchos simbolismos que se aprecian en la historia, como la idea de que ese padre y ese hijo son portadores de algo que ellos llaman El fuego. Como si la bondad fuera una llama y ellos la quisieran proteger, no dejar que se extinga, hasta pasarla a otros. ¿Pero dónde están esos otros? ¿existen? La esperanza es, que si ellos existen, aún deben haber otros como ellos. Los buenos.

 

Es así como en la historia puedes percibir que el niño representa la bondad y la conciencia de su propio padre. Es el que lo detiene en muchas ocasiones de cruzar la línea. Cuando este niño llora por otro ser humano es como si brillara en medio del oscuro paisaje, es el brillo del fuego. Y como en toda la historia hay un reflejo de esto en la prosa. Si en el mundo el niño brilla como el fuego, en las palabras, en las letras, en la fría prosa que crea el autor también: cuando dice Papá. La palabra Papá es la que brilla, es una palabra cargada de humanidad. Parece que estuviese escrita en tonos rojos. Resalta en el texto de forma extraordinaria. El padre jamás dice la palabra hijo y eso hace que cuando el niño dice Papá está palabra resalta de una manera impresionante.

 

Esa es la magia de la carretera, la magia de McCarthy, la de transmitirte mucho con poco. Es una novela donde no pasan ni se dicen demasiadas cosas, pero tienen profundidad. Muchos entran al libro en busca de ese impacto que causan las distopías, pero aquí está hecho con sutileza. A mí parecer lo grandioso de esta novela no está en lo argumental, sino en la ejecución narrativa. En como funde prosa y ambiente. Porque busca ser algo más que una novela. Busca ser arte. 
 
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 Ricardo Carrión
Administrador del blog

viernes, 7 de octubre de 2022

Reseña: La campana de cristal. Sylvia Plath

 Reseña: La campana de cristal, de Sylvia Plath



¡Hola a todos! Bienvenidos al blog. Hoy les traigo la reseña de La campana de cristal de la escritora y poeta estadounidense Sylvia Plath.

 

Se trata de una novela semiautobiográfica, donde la autora a través de la joven estudiante Esther Greenwood, su alter ego, narra episodios importantes de su vida. Los cuales va nutriendo con los pensamientos y emociones que la embargaron durante aquellos momentos. Es decir, como lectores tenemos acceso a la intimidad de Esther. Y eso causa un efecto muy fuerte. Sientes una gran empatía por ella.

 

Por lo mismo, es una novela que no recomiendo para personas que estén pasando por un mal momento, la historia te puede hundir aún más o causar el efecto contrario, te puede salvar. A mí me afectó mucho, por eso, como sugerencia, recomiendo que la lean cuando estén en un buen momento.

 

Esther es una estudiante de lengua inglesa que gana un concurso en una revista de modas mediante la escritura de un ensayo. El cual le permite pasar un mes en Nueva York en un trabajo soñado junto a otras ganadoras. Lo que simplemente la encandila porque ella viene de un pueblo donde no pasa nada y de pronto se encuentra en el centro del mundo. En la ciudad de las luces. con fiestas y eventos por todas partes.

Estamos hablando del Nueva York de las décadas de los 50 y 60. Que es básicamente el contexto en que se desarrolla la historia.

 

Este inicio de la novela no hace presagiar lo que vendrá más adelante, no parece una historia tan terrible, pero es solo el inicio, es lo que se podría llamar, el evento desencadenador. Porque Esther viene de un ámbito netamente académico, no tiene experiencia con el mundo ni con la sociedad. Sus únicas credenciales son su excelencia académica y un supuesto amor de la infancia que ha mantenido con Buddy Willard. Y de pronto se encuentra con el mundo real, un mundo que va a una velocidad distinta a la de ella, no puede seguir el ritmo, es una sociedad vertiginosa y ella se va quedando atrás. Le dicen que escoja, que elija, que ya debería tener claro su proyecto de vida. No la dejan respirar, no la dejan pensar. Se siente asfixiada, desconectada, y cuando estira sus manos para tantear la realidad se da cuenta de que algo la separa de los demás, una especie de cristal, una campana de cristal.

Esto se visualiza en la novela mediante cuatro aspectos. En lo laboral, donde sufre un choque con lo que se espera de ella versus sus dudas, su caos interior. En lo social, mediante la relación con sus amigas, las otras ganadoras del concurso, donde sufre el problema de no encajar. En lo romántico, a través de los malos ratos que pasa con los hombres que conoce. Y también en lo familiar donde hay una gran inestabilidad en su vida. Carece de una base familiar sólida y firme desde muy joven.

 

Por lo tanto, no encuentra felicidad en lo laboral, tampoco en la amistad y menos en el amor. Tampoco un soporte familiar. Y además tiene diecinueve años. El paso entre la adolescencia y la adultez. Una edad compleja, donde se deben tomar decisiones para las que no estamos preparados y debe sufrir la presión de elegir un camino. Todos sus sueños se desvanecen. Este es el punto de partida, el momento en que se da cuenta de que no es como los demás. Sufre un choque emocional y se inicia un proceso, el proceso de su depresión crónica, donde la protagonista toca literalmente fondo. Ella misma nos lo cuenta, nos describe todo lo que siente, nos abre las puertas de su alma.

 

 

La historia está contada como una crónica. Es decir, narra hechos de forma secuencial, aunque siempre juega con retrocesos al pasado para ir estructurando al personaje principal. Es importante que la narración tome este cariz, porque en el fondo se narra un proceso, un paso a paso. Por lo mismo, al leer el libro puedes notar dos partes bien marcadas, las cuales no están delimitadas en el libro, pero puedes notar la diferencia y el cambio en la tonalidad de la historia pasando la mitad del libro. La primera parte se centra en describir todos los aspectos importantes de la vida de Esther, sus fracasos, su desazón por no poder realizar una vida normal. Es decir, su contexto, el responsable de desencadenar la siguiente parte, la sección oscura del libro.

En la segunda mitad se narra el proceso de su enfermedad. La parte más fuerte del libro. Porque estamos sumergidos con ella, estamos junto a Esther y podemos percibir su dolor y la inmensa soledad a la que debe enfrentar.  

 

La segunda mitad nos deja ver el mundo desde la perspectiva de una persona que sufre una depresión crónica que, por lo mismo, es discriminada y tratada como una loca, una demente.

A través de Esther podemos conocer la brutalidad de los tratamientos a los que se ven sometidos los que padecen esta enfermedad. El dolor y la soledad que deben sufrir por el encierro. Conocemos sus pensamientos suicidas, somos espectadores de su constante enfrentamiento con la muerte. Pero no con miedo, sino con deseo, con deseo de morir, porque se la toma como una salida, como un escape a una vida que no vale la pena vivir.  En la mente de Esther resuena la pregunta. ¿Vale la pena vivir? La respuesta es No.

 

Algunos aspectos que causan su rechazo al mundo son el papel que se le impone a la mujer en la sociedad, la de ser esposa de un hombre para poder ser alguien. Y luego tener hijos para quedar más atada aún.

Hay una crítica brutal ante la imposición de la maternidad. La maternidad no es una elección sino una obligación. Y Esther la rechaza al igual que el matrimonio, porque ella desea ser libre.

 

Libre de vivir de lo que sueña, sin ataduras. De poder disfrutar de su sexualidad sin que nadie la juzgue. Pero si lo hace, sabe que será tratada con injusticia. Mientras tanto los hombres pueden hacer lo que quieran.

Hay una fuerte crítica ante la desigualdad entre hombres y mujeres, ante una sociedad patriarcal.

 

Pero en medio de la desesperación y a pesar del dolor ella busca su identidad, busca lo que realmente quiere hacer y ser. Un camino donde no deba depender de los hombres. Busca su propio valor, su talento, lo que ella ama hacer.

Quiere dejar de sentirse encerrada en una campana de cristal. Esa pared de vidrio con el que choca constantemente cuando quiere evolucionar, cuando quiere crecer. Ese muro que le impone la sociedad: trabajar para los hombres, matrimonio, hijos. Solo para ser observada y aprobada por los demás y cumplir con lo que otros esperan de ella. 


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Ricardo Carrión

Administrador del blog