Reseña: Mendel el de los libros. Stefan Zweig
¡Hola a todos! Bienvenidos al blog. Hoy les traigo la reseña de Mendel el de los libros. Una novela bastante breve del escritor austriaco Stefan Zweig. Por su brevedad y por la maestría con que está escrito me parece una gran opción para iniciar con el autor si aún no han leído nada de él.
Mendel el de los libros es una historia que si no se lee con suficiente atención se pueden dejar pasar las maravillosas reflexiones que plasma Zweig en la novela. Cuando la terminas, inmediatamente sientes que es una historia que nos habla de las atrocidades de la guerra. En este caso, la primera guerra mundial. Ya que la novela está ambientada en Viena antes y después de este devastador hecho bélico. Nos narra hechos antes de 1915 y después de esa fecha.
Pero la guerra no es lo único tema, también es un detonador, un elemento que sirve para catalizar una reacción más grande: la reflexión sobre el paso del tiempo, la fugacidad de la vida y lo irrepetible en el mundo.
¿Para qué vivimos, si el viento tras nuestros zapatos ya se está llevando nuestras últimas huellas?
Lo irrepetible es representado en la novela de la mano de este personaje llamado Mendel, un librero, un vendedor de libros. Pero no era un librero cualquiera, no tenía la típica tienda de venta de libros usados. No, él vendía libros sentado desde la mesa de un café en la ciudad de Viena. Mendel no necesitaba de un establecimiento, porque su mayor virtud no era la del mero acto de vender, sino la del profundo conocimiento de todo tipo de libros, incluso los más extraños, además de saber cómo localizarlos. El libro que necesitaras por imposible que fuera conseguirlo, Mendel podía ponerlo en tus manos. Por lo tanto, la satisfacción de Mendel no era el solo hecho de vender un libro, si no la de encontrar para alguien un libro que nadie más que él podía conseguir. La venta de libros no era un medio para vivir, era su vida.
Tan sólo el libro, jamás el dinero, tenía poder sobre él.
Él podía lograr esto gracias a su gran y único poder de concentración y ensimismamiento. Podía abstraerse del mundo, dejar de percibir la realidad y sumirse en la lectura atenta y detallada de cada uno de sus libros, para registrarlo en su memoria por siempre en una especie de catálogo mental. Pero Mendel no leída los libros para apreciar y reflexionar su contenido, sino solo para catalogarlos. Por eso se le conocía como una enciclopedia andante.
Leía con un ensimismamiento tan impresionante que desde entonces cualquier otra persona a la que yo haya visto leyendo me ha parecido siempre un profano.
Esa forma de abstraerse de todo y de ignorar el mundo real solo para centrarse en los libros hacía a este personaje irrepetible. Nunca hubo o habrá nadie como él. El mundo podía desmoronarse a pedazos a su alrededor y Mendel no se enteraría de nada, porque estaría ocupado leyendo sentado en la mesa del café.
Todo lo que es único resulta día a día más valioso en un mundo como el nuestro, que de manera irremediable se va volviendo cada vez más uniforme.
Si se lee la novela con atención, se puede apreciar que Zweig destacaba la capacidad de memoria de Mendel, el acto de recordar. Lo que lo hacía tan especial y único, es decir tenía una faceta positiva, pero también se puede apreciar que el hecho de encerrarse en sí mismo, de perder el contacto con la realidad, con las personas y el mundo que lo rodea a un nivel tan pero tan extremo, puede ser nocivo. Incluso Mortal. Por un lado es un milagro, por otro una pesadilla.
Ahora viene lo bello de esta novela. ¿Cuándo un personaje se transforma en irrepetible? Cuando el tiempo pasa. Lo mismo que nos destruye y nos vuelve polvo (el tiempo), es lo mismo que nos da identidad y figura. La fugacidad del tiempo es indispensable para que exista lo irrepetible. Pero no basta solo con eso, nos falta otro elemento, el recuerdo. Y el recuerdo se genera a través de lo relacional, del contacto entre personas, del contacto entre la persona y la sociedad, del nexo entre seres humanos. El paso del tiempo y el recuerdo dejan en evidencia lo irrepetible. No es casualidad que Zweig eligiera a un librero para su historia. No es casualidad que eligiera a Mendel. Porque uno de esos nexos tan preciosos que pueden conectar personas son los libros. Como objeto en sí mismos, o como historias sobre otros, emociones de otros que ya no están, reflexiones de otros que se fueron.
Los libros solo se escriben para, por encima del propio aliento, unir a los seres humanos y así defendernos frente al inexorable reverso de toda existencia: la fugacidad y el olvido.
El ensimismamiento extremo que practicaba Mendel tenía un doble filo, a pesar de ser milagroso para su memoria le negaba al mundo exterior su mundo interior. Lo subjetivo de Mendel se perdía. Es por eso que el inicio del libro y la forma en que está contado me parece una maravilla. Porque está narrado como un recuerdo. El narrador nos presenta a Mendel desde su memoria. Ha pasado el tiempo, vuelve a un café que desde hace mucho tiempo no visitaba y con dificultad aparece en su memoria un recuerdo, el de Mendel. Pero es un recuerdo incompleto. Hay algo que le falta, y otra persona, una mujer, lo ayuda. A través de los recuerdos de los dos logran reconstruir a este personaje irrepetible para que nosotros podamos conocerlo. Es decir, una memoria colectiva. Son las relaciones entre personas las que logran que a pesar del paso del tiempo develen lo que fue único. El narrador, como personaje, sirve como contrapunto de Mendel, porque él sí tenía la capacidad de relacionarse con el mundo y también podía recordar y la información que le faltaba, la podía conseguir preguntando, relacionándose con otros. Hay un punto clave en la novela donde dice que hubo un tiempo en que dejó de relacionarse con el mundo, que se encerró en sí mismo por asuntos de la guerra, pero podía ir y venir desde su interior al exterior, cosa que Mendel no podía hacer. El mensaje de Zweig es clarísimo, el equilibrio entre nuestro mundo subjetivo y el relacional es vital. Encerrarse en sí mismo de manera extrema puede ser fatal, y deja entrever que esto mismo se puede extrapolar a nivel macro, a nivel de países. Encerrarse dentro de fronteras también puede ser fatal, el perder el contacto entre naciones, entre culturas diferentes puede ser fatal. Quizá si no existieran las fronteras. No tendríamos que recordar a Mendel y el podría encontrar para nosotros. Esos libros perdidos que nadie más que él puede hallar.
Pues el recuerdo siempre une. Y un recuerdo afectuoso, doblemente.
Esta misma reseña la puedes encontrar en mi canal de youtube
Ricardo Carrión
Administrador del blog
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