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sábado, 5 de agosto de 2023

Reseña: El desierto de los tártaros (Dino Buzzati)

 Reseña: El desierto de los tártaros 

(Dino Buzzati)

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¡Hola a todos! Bienvenidos al blog. Hoy les traigo la reseña de El desierto de los tártaros del escritor italiano Dino Buzzati. Novela publicada en 1940. Muy elogiada por Borges quien incluso le escribió un prólogo que lamentablemente no viene en esta edición. Pero les comparto un pequeño fragmento:

 

Podemos conocer a los antiguos, podemos conocer a los clásicos, podemos conocer a los escritores del siglo XIX y a los del principio del nuestro, que ya declina. Harto más arduo es conocer a los contemporáneos. Son demasiados y el tiempo no ha revelado aún su antología. Hay, sin embargo, nombres que las generaciones venideras no se resignarán a olvidar. Uno de ellos es, verosímilmente, el de Dino Buzzati.

 

Los que conocen los gustos literarios de Borges entenderán que si a él  le encantaba este autor es porque también estaba bastante ligado a la literatura fantástica. De hecho, El escenario del desierto de los tártaros tiene un aire muy similar a los escenarios de los cuentos borgeanos. Pero también se puede relacionar esta novela con lo absurdo de las historias kafkianas, cuyos personajes viven situaciones muy extrañas de las cuales nunca logran encontrar una solución o salida. Otro componente importante en esta novela es lo existencial. Se trata indudablemente de una novela existencialista, que profundiza psicológicamente en sus personajes. Por lo mismo también se le asocia a Esperando a Godot de Beckett o a el extranjero de Albert Camus. Los diversos matices en la ficción de Buzzati hace del El desierto de los tártaros una experiencia lectora grandiosa. Tenemos, lo fantástico, lo existencial, lo psicológico y lo absurdo. Pero hay más, ya les contaré.

 

La novela inicia de esta manera:

 

Nombrado oficial, Giovanni Drogo partió una mañana de septiembre de la ciudad para dirigirse a la Fortaleza Bastiani, su primer destino.

 

Giovanni Drogo ha sido nombrado teniente del cuerpo militar italiano. Y sin que nadie le preguntara, lo han destinado a un puesto fronterizo llamado la Fortaleza Bastiani. Para todo nuevo oficial es importante este primer destino. Y Giovanni no duda en presentarse en servicio.

Esta primera línea deja en evidencia algo muy importante. Destaca que Giovanni deja la ciudad, es decir, que vivía en un mundo normal. Era un ciudadano, con familia y amigos. Y se dirige a esta Fortaleza que a medida vamos leyendo, no es fácil de encontrar y peor aún, está muy, pero muy alejada de la ciudad. Y para colmo, no es lo que un nuevo oficial podría esperar de su primer destino, es tan solo un recinto de segunda categoría, nada espectacular para alguien que quiere hacer carrera militar.

 

—Es un trozo de frontera muerta…

—¿Cómo frontera muerta?

—Una frontera que no preocupa. Delante hay un gran desierto.

—¿Un desierto?

—Un desierto, efectivamente, piedras y tierra seca; lo llaman el desierto de los tártaros.

 

Cuenta la leyenda que probablemente los tártaros se hayan asomado a esa frontera, que incluso la hayan atacado, pero es solo una leyenda, no hay nada cierto. Y desde entonces han pasado años y años sin recibir ningún ataque.

 

Si se fijan, iniciamos el relato, con absoluta certeza de la realidad. Un joven oficial, una carrera militar, una ciudad. Algo concreto. Realidad. Y de pronto el autor nos presenta este puesto fronterizo que por sus características, parece algo realmente absurdo, como las historias kafkianas. Porque está defendiendo una frontera que nunca ha corrido peligro. Da la sensación de estar Fuera del tiempo, como los relatos borgeanos. Es una construcción en decadencia en medio de un paisaje desértico. Que emana desolación, abandono. Inutilidad. El tiempo en la ciudad corre normal pero al parecer en la fortaleza, no. Tal cual Como en la Montaña mágica de Thomas Mann. Donde para el sanatorio ubicado en la montaña existe un tiempo diferente al de la ciudad. Algo similar a lo que ocurre en La fortaleza Bastiani de Buzzati.

 

Los muros desnudos y húmedos, el silencio, la escualidez de las luces… Todos allí dentro parecían haber olvidado que en alguna parte del mundo existían flores, mujeres risueñas, casas alegres y hospitalarias. Todo allí dentro era una renuncia…

 

Buzzati, periodista, escribe esta novela al finalizar su jornada de trabajo en la redacción de un periódico. Sumido en una rutina y monotonía que no le permitía sentirse realizado. Plasma ese sentir en su novela. Y en vez de elegir la redacción de un periódico como escenario, elige una fortaleza militar ubicada en un desierto, en la frontera de dos ciudades ficticias. Y eso es justamente lo que le da un carácter tan especial a su historia porque una problemática completamente actual y real se refleja en un mundo en apariencia fantástico. Es aquí donde como lectores nos damos cuenta de que el paisaje donde se desarrollan los acontecimientos, no funciona solo como paisaje, sino como representación de la propia monotonía y el paso del tiempo. El desierto, siempre igual, siempre arena y roca, siempre eterno. Nada al parecer cambia, pero el viento corre, hay erosión y deterioro. Existe un efecto ilusorio de que el tiempo se ha detenido, pero en realidad ha seguido su curso. Y los personajes de la historia no parecen percibir su paso.

 

Ayer y anteayer eran iguales, no habría ya sabido distinguirlos; un hecho de tres días antes o de veinte acababa pareciéndole igualmente lejano. Así se desarrollaba, sin saberlo él, la huida del tiempo.

 

 

Y este paisaje no solo funciona como una representación de la vida estática, de la monotonía. También es un reflejo psicológico del personaje principal. El paisaje es un vistazo al propio interior de Giovanni Drogo.

 

Le parecía reconocer las bajas rocas caídas, el valle tortuoso sin árboles ni verde. Aquellos precipicios sesgados y por último aquel triángulo de desolada llanura que las rocas de delante no lograban ocultar. Ecos profundísimos de su alma se habían despertado, y él no sabía entenderlos.

 

La vida militar también es una característica importante dentro de la novela, porque la rigurosidad y la disciplina que existe en una fortaleza fronteriza son vitales, los santo y seña, la limpieza, la vigilancia, la rutina, el horario. Todo eso indica repetición, pase lo que pase, pase el tiempo que pase, esa rutina no va a cambiar y es un reflejo perfecto de una vida monótona en la actualidad. Es la propia vida de Buzzati, pero trasladada al mundo militar. Por lo tanto, estos soldados, encerrados en un viejo y destartalado puesto fronterizo, sometidos a una vida repetitiva y melancólica, levantan la cabeza, miran hacia la frontera y solo ven desierto. No existe nada verde, nada vivo que indique el paso del tiempo. Solo piedras. Mirar fuera de la fortaleza es como mirar dentro de sus propias almas, es un reflejo de ellos mismos. 

 

La fortaleza, en cambio, encerraba pobres hombres, indefensos contra la obra del tiempo, cuyo último término se aproximaba.

 

Por lo tanto, este lugar alejado del mundo, aislado. Se presta para que los que están ahí tomen conciencia de la vacuidad de la vida, del sin sentido de la existencia. Y es justamente lo que le pasa a Drogo. Ya que la novela funciona como una gran metáfora de la vida de cualquier persona.  

 

Te pasas toda tu juventud persiguiendo metas, una tras otra, la escuela, la universidad, la familia, los hijos. En el caso de Drogo, su carrera como militar, su meta de llegar a ser teniente, luego la de ir a su primer destino y luego que, que sigue, siempre hay algo más. Se alcanza una meta y nos proponemos una nueva inmediatamente. Pero en el caso de Drogo y en la de muchas personas, qué pasa cuando la siguiente meta no llega, algo que esperan tan ansiosamente nunca llega, se aplaza, se demora, y aunque pase el tiempo sigues creyendo dentro de ti que vendrá, que llegará. Ese es el caso que nos plantea Buzzati. La espera. Y mientras se espera, el tiempo parece acelerarse y devora los días.

 

El tiempo inexplicablemente, había echado a correr cada vez más veloz, se tragaba los días uno tras otro.

 

   La vida de Giovanni drogo marcha como la de todos. Meta tras meta, vive en la ciudad, se compara con los demás, y siente que es como ellos, que sigue su mismo camino. Hasta que le toca marchar a la fortaleza, allí se produce el punto de quiebre. Se separa de la ciudad, de sus amigos y familiares, se desprende de la normalidad y ya no sigue su ritmo. Su destino se ha truncado. Y lo que puede darle sentido a su vida, parece aplazarse indefinidamente. Ahí entre en juego la espera. Eso que puede darle un propósito está muy lejos y quizá nunca suceda. Es lo mismo que les pasaba a Estragón y Vladimir, de Esperando a Godot. La eterna espera por algo que les de sentido a su vida. De la misma forma Drogo se mantiene esperando aquello junto a sus compañeros de la fortaleza. Mientras tanto, el tiempo parece acelerarse, los días pasan rápidamente, todos son iguales. De eso se encarga la rutina.

 

Y luego de tanta espera, luego de la desilusión, ya solo queda la resignación de una vida perdida. Se pierde el deseo. Se pierde la voluntad de vivir.

 

Año tras año he aprendido a desear cada vez menos.

 

La frontera que crea Buzzati, funciona como símbolo de llegar al borde de la vida. De llegar a ese punto donde ya no queda nada más. Y lo logra ejemplificar a través de lo fantástico, de lo absurdo, como medio de amplificar una realidad dolorosa. Como medio para despertar al ser humano frente a algo que no quiere aceptar, y una vez que comprende lo inevitable y lo acepta con la cabeza alta. Es decir, cuando acepta el absurdo de la vida. Es cuando al fin puede alcanzar esa libertad que tanto buscó. Lo interesante de este libro es que el autor logra una gran profundidad sin ser engorroso, sin ser estilísticamente complicado, planteando una estructura que sin ser compleja resulta realmente bella.

 

 Puedes ver esta misma reseña en mi canal de youtube


Ricardo Carrión

Administrador del blog

martes, 1 de agosto de 2023

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miércoles, 7 de junio de 2023

Reseña: Rojo y negro (Stendhal)

 Reseña: Rojo y negro de Stendhal

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¡Hola a todos! Bienvenidos al blog. Hoy les traigo la reseña de Rojo y negro de Stendhal, pseudónimo del escritor francés Henri Beyle, considerado como uno de los precursores del realismo francés. Stendhal inicia la escritura de Rojo y negro en octubre de 1829 y la novela comienza a ser vendida en noviembre de 1830. Es sin duda una de las mejores lecturas que he tenido este año.

 


Rojo y negro nace en un tiempo bastante especial. Francia se encontraba en un fuerte periodo de cambio político, económico y social. Era una época de transición. Y la literatura también se encontraba en tiempos de cambio. Se dejaba atrás el romanticismo y llegaba el realismo. Por eso Stendhal es encasillado en el realismo. Pero lo cierto es que un proceso de cambio no es en la práctica tajante. Y la influencia del romanticismo es aún vigente en Stendhal al momento de escribir Rojo y negro. Por lo que la novela mantiene parte de las características del romanticismo y partes de lo nuevo, es decir, el realismo. Por eso muchos clasifican Rojo y negro como realismo romántico. Además, la minuciosidad de Stendhal para retratar el conflicto interior de los personajes, lo que sienten, lo que piensan, la confusión de sus sentimientos, sus dilemas morales y sus miedos, acercan esta historia a la novela psicológica. Por estas características  me resultó un libro muy interesante y dinámico de leer. La combinación de estos tres elementos, lo romántico, lo realista y lo psicológico le da a Stendhal las herramientas necesarias para en todo momento mantener la tensión narrativa. Esta nunca desaparece de la novela, siempre está presente. El autor sabe cuando aumentarla y cuando disminuirla, solo regula la intensidad, pero nunca desaparece.

 

El contexto de la novela es contemporáneo al tiempo en que fue escrita. Ya que la intención del autor era la de retratar la realidad política, económica y social de su tiempo. Por eso La novela tiene como subtítulo Crónica de 1830. Es decir, el tiempo en que se escribe la novela y el tiempo que transcurre dentro de la novela, es el mismo (1829-1830). Es un retrato fiel a la realidad que vivía el propio Stendhal. Todo lo ficticio en Rojo y negro tiene una base real. Es decir, el autor a través de lo que leía, de lo que se enteraba y de lo que vivía ( el tuvo una gran cantidad y variedad de trabajos), le servía como materia prima para su ficción. En Rojo y negro se retrata una sociedad francesa post-napoleónica en  proceso de la restauración borbónica. Por lo que Los personajes están muy condicionados por este tema. Es una primera influencia. La segunda influencia, ya más lejana viene de los hechos de la revolución francesa que están muy arraigados en la sociedad. Y también otro hecho importante fue el de los tres días gloriosos de insurrección en París durante 1830, pero fue descrito en menor medida en la novela. No se relata el hecho propiamente tal, pero sí su proceso. Es por ello que, entre los personajes hay muchas tensiones. Se trata de una sociedad escindida, dividida entre los leales a los tiempos de Napoleón, los liberales, y los conservadores, quienes prefieren el restablecimiento de la iglesia católica y el retorno de la autoridad monárquica. Es decir, lo rojo funciona como símbolo de las ideas liberales representadas por el color militar ligado a lo napoleónico versus el negro de las sotanas clericales, símbolo de las ideas conservadoras.

 

El protagonista de la Novela, Julien Sorel, es un hijo de su tiempo. Nace entre lo rojo y lo negro. Hijo de un carpintero, dueño de un aserradero en la ficticia ciudad de Verrières. Inicia con todas las características de un héroe romántico. Desde pequeño es un marginado en su propia familia. Su complexión delgada no le permite tener la fuerza de su padre y sus hermanos para el negocio del aserradero, por lo que siempre es golpeado y menospreciado por ellos. Y lo menosprecian aún más porque prefiere leer y estudiar. Su experiencia con en el mundo es mínima. Su visión de la vida se limita a la de sus tres libros favoritos. Las confesiones de Rosseau, Los boletines de la gran armada y las memorias de Santa Elena.

 

…las Confesiones de Rousseau. Éste era el único libro a través del cual su imaginación era capaz de concebir el mundo. Junto con la colección de boletines de La Grande Armée y el Memorial de Santa Elena, constituían su  Corán.  Se  habría  dejado  matar  por  estas  tres  obras.  Nunca  creyó  en  otras.

 

 

Sorel, marginado del mundo por su pobreza y marginado de su propia familia por no encajar, nunca ha tenido un lugar al cual pertenecer. Ese desarraigo, alimentado por estas tres lecturas, lo inclina a expandir su mundo interior, a individualizarse. A pensar en él y nada más que en él. Es el héroe individualista y orgulloso. No quiere ser el criado de nadie y busca fervientemente su libertad a través de lo económico. Hasta que un día surge la posibilidad de ganarse la vida por sí mismo, lejos de su familia. Es su entrada a esta sociedad francesa descrita por Stendhal, que Julien siempre había observado desde fuera pero de la cual nunca había participado. Es un campesino que pone su primer pie en el mundo de las familias acomodadas de provincia. Y entra a este mundo, con el color negro de lo clérigos por fuera, simulando ser un conservador, mientras que por dentro brilla el color rojo de su admiración por Napoleón, lo que debía mantener oculto. Negro por fuera, Rojo por dentro. Esta era la estrategia de Sorel en ese campo de batalla llamado sociedad. Y digo campo de batalla porque para Sorel todo era una batalla. Recordemos que nace en desventaja económica, que nace en una familia que no lo ama. A él no le han quitado nada, sino que nunca ha tenido nada. Vive en un desequilibrio, vive en una injusticia, y para recuperar el equilibrio debe luchar. Esto él lo siente muy profundamente por su lectura de Napoleón. Sorel es un soldado en su alma. Rojo por dentro. Dispuesto siempre a dar la pelea. Es por ello que, no entra sumiso y obediente al campo de batalla. Si no siempre listo para defender su honor y su orgullo. Y por conseguir lo que él realmente se merece. Debido a esto, en el inicio, el lector está del lado de Sorel, lo apoyamos, queremos justicia para él y queremos ver como este personaje con tan singular postura, enfrenta el mundo y lo que le depara esta actitud en su vida. Por eso devoramos páginas y páginas viendo como este joven campesino se abre camino en una sociedad en proceso de cambio, una sociedad que empieza a dejar atrás una jerarquía, una posición social determinada por el origen al nacer, pasando a establecer los nuevos roles sociales a través de lo económico. Ahora dominan los negocios, el dinero, el capital. La riqueza. Es el inicio de la cultura del utilitarismo. Solo se valora lo que es útil para ganar dinero. Lo rentable.

 

Ser rentable es lo que lo decide todo en esta pequeña ciudad… El forastero que llega seducido por la belleza de los frescos y profundos valles que la rodean, se figura en un principio que sus habitantes son sensibles a lo bello… Pero es tan solo porque atrae a los forasteros cuyo dinero enriquece a los fondistas, cosa que, gracias al mecanismo del impuesto, es rentable a la ciudad. 

 

Así, a través de las peripecias de Sorel, Stendhal no solo va desarrollando en profundidad un personaje realmente interesante, sino también retratando una sociedad francesa que está cambiando. Stendhal dice, esta es la nueva Francia, no crean que es la Francia que encontrarán en los textos del pasado. Ha cambiado y es esta. Y no la mira con buenos ojos. Es por eso que las acciones de los personajes y su moral está principalmente destinada a la crítica. Stendhal hace una crítica social brutal hacia todas estas nuevas dinámicas. Partiendo por los pequeños burgueses provincianos, pasando por la iglesia y llegando hasta la alta nobleza. Poniendo en evidencia todas sus mezquindades y privilegios. Las apunta y las señala. Y su arma es Julien Sorel, Un arma afilada, que desea pertenecer a esta alta sociedad que mira y analiza codiciosamente. Pero que al mismo tiempo desprecia. Es por ello que a medida que la novela avanza, ya no todos los lectores terminan estando tan del lado de Sorel, porque su hipocresía va creciendo y el héroe en desventaja ya no parece tan inofensivo. A medida que avanza la historia, él continua estando fuera de la sociedad. Participa de sus dinámicas, sí, pero solo simula ser parte de ellas. Sorel es una gota de aceite en un charco de agua. Se pone su disfraz negro para aparentar algo que no es, mientras que su verdadero yo bulle por dentro. Por lo tanto, todo para él es estrategia, todo lo piensa y calcula. Y si es posible, seguir incluso un manual. Pero no siempre logra mantenerse lógico y como buen héroe romántico sucumbe constantemente a su lado irracional. Lo que en ocasiones le impulsa actuar de forma imprudente. Actúa de golpe por orgullo, por sobreponerse a sus miedos, por no menospreciarse a sí mismo. Por lo tanto, siempre está listo para la batalla. Sorel es un personaje que está constantemente a la defensiva. Y los arrebatos lo dominan en muchas ocasiones. Por eso, a medida que la historia progresa, cada vez aumenta más ese tira y afloja entre lo racional e irracional en el personaje. Y es el amor el mayor responsable de esta constante batalla interior.

 

Los recuerdos de la felicidad pretérita se apoderaban de Julien y destruían rápidamente toda la obra de la razón.

 

Aquella cabeza tan fría había llegado, como se ve, a un completo estado de locura. De todas las cualidades que antes le distinguieran, no le quedaba más que un poco de firmeza.

 

Pero no es solo Julien quien tiene debates internos y cuestionamientos. Las heroínas de la novela también. Son personajes muy bien trazados y alcanzan una gran profundidad. También están en ese constante tira y afloja entre razón e irracionalidad. Pero para ellas es mucho más difícil que para él, porque Julien siempre ha estado al margen de la sociedad, sus reglas y costumbres nunca se han aplicado en él. En cambio las heroínas sí pertenecen a la sociedad, participan de sus dinámicas, respetas sus reglas y tradiciones y por lo mismo, cuando se dejan llevar por el amor y rompen con lo establecido, sufren por el miedo a ser juzgadas por los demás, por no seguir las costumbres, por no hacer lo correcto. Y se las apunta con el dedo. Ellas se cuestionan todo en lo que habían creído. Son personajes muy interesantes que de alguna forma reflejan dos posiciones diferentes que se contraponen en la novela. El amor cerebral y el verdadero amor.

 

El amor cerebral tiene más carácter, sin duda, que el verdadero amor, pero solo tiene momentos de entusiasmo; se conoce demasiado, se juzga sin cesar; lejos de extraviar la razón, se funda únicamente en razonamientos.

 

Entonces, lo que impulsa la narración es el deseo de Julien de ascender socialmente, de ser mejor que los mismos nobles. Ser mejor en todo sentido, moralmente y económicamente. En la nueva sociedad el dinero es muy importante, por lo tanto Julien también lo necesita. Y cuando esa temática decae, pierde fuerza narrativa, otra la sustituye, como el amor, quien es el nuevo encargado de generar tensión narrativa. Y así Stendhal va intercambiando temáticas para mantener interesado al lector. Del amor a la política, luego a lo social, luego a lo económico. Así va retratando la realidad de su tiempo. Tanto lo bueno como lo malo. Las dos caras. Ya que, según el autor.

 

Una novela es un espejo que se pasea a lo largo de un camino. Tan pronto refleja a nuestros ojos el azul del cielo como el fango de los cenagales del camino.

 

Esta frase la dice el narrador en uno de los tantos paréntesis que hace. Dando a entender su filosofía de la novela, que debe mostrar tanto lo bueno como lo malo para retratar realidad. He visto que mucho lectores les ha costado leer este libro por su parte política, esa es la parte que menos entienden y que menos les gusta. Incluso el narrador está de acuerdo con ello, pero se explica por qué la incluye: En un momento dice, lamentablemente tengo que hablar de política aunque no me guste. E inserta un pequeño diálogo que tiene con su con su editor.

 

La política es una piedra atada al cuello de la literatura, y que en menos de seis meses la hunde. La política, en medio de los asuntos de la imaginación, es como un pistoletazo en medio de un concierto. Es un ruido desgarrador, sin ser enérgico. No armoniza con el sonido de ningún instrumento. Esta política va a ofender mortalmente a la mitad de los lectores y aburrirá a la otra mitad.

 

Dentro de la obra artística que está escribiendo la política rechina, suena mal, cambia el ritmo, decrece el ritmo. Pero debe estar ahí. Stendhal incerta una frase de su editor:

 

Si sus personajes no hablan de política –replica el editor- no son los franceses de 1830 y su libro no será un espejo como usted pretende…

 

Para seguir su propia filosofía de la novela, el autor debe integrar la política, aunque a muchos no les guste. Porque sino, no serían los franceses de 1830. De todas formas, no encontré que el tema político fuera algo insoslayable. Para nada. Está muy bien incorporado. Casi al final tiene unas cuantas páginas exclusivas sobre el tema que se alargan un poco, pero nada más. En general las temáticas están muy bien equilibradas y se apoyan entre sí. Por eso la novela no aburre en ningún momento, por lo menos a mí. No existen esas pesadas digresiones como En Los Miserables o Moby Dick, tampoco hay bajones narrativos fuertes como en El conde de Montecristo. Me parece una novela mucho más atractiva para un lector inquieto. Yo creo que eso habla muy bien de las grandes cualidades de Stendhal como narrador. 

 

Esta misma reseña la pueden encontrar en formato de vídeo en mi canal

 


 Ricardo Carrión

Administrador del blog

jueves, 23 de febrero de 2023

Reseña: La conquista de la felicidad (Bertrand Russell)

 La conquista de la felicidad. Bertrand Russell


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¡Hola a todos! Bienvenidos al blog. Hoy les traigo la reseña de La conquista de la felicidad. Ensayo publicado en 1930 por el escritor, filósofo y matemático británico Bertrand Russell. Quien también ganó el premio Nobel de Literatura en 1950.

 

Este autor escribió sobre una gran variedad de temas, entre ellos, la felicidad. Pero usando la lógica como base. Su pensamiento siempre abrazó la razón. Por lo mismo, en este texto encontraremos ideas muy bien estructuradas, muy bien hiladas y expresadas de forma calculada. Porque la felicidad toca y se relaciona con muchas otras temáticas que el autor logra mantener a raya para no caer en digresiones. Logra centrarse muy bien y evita caer en distracciones.

 

Esto es importante porque generalmente pensamos en la felicidad como algo muy abstracto y personal. Incluso subjetivo. Pero Russell, basándose en su propia experiencia y en observaciones del entorno logra aterrizar este tema y hacerlo concreto. Y lo analiza de tal modo que se aleja de la erudición, de lo intrincado. Entregando un texto accesible a todo el mundo, libre de complejidades, apelando siempre al sentido común.

 

Si bien, me pareció una lectura interesante con muchas ideas que aún se mantienen vigentes, también hay otras que ya están totalmente desactualizadas, no aplicables a nuestro tiempo. Hay que pensar que ya han pasado más de 90 años desde la publicación de este libro. Por lo que como lectores debemos leer con cierto criterio. Seleccionando lo que sí podemos aplicar a nuestra realidad.

 

Para hablar de felicidad, el autor pone una base:

 

Al discutir este problema, limitaré mi atención a personas que no están sometidas a ninguna causa externa de sufrimiento extremo. Daré por supuesto que se cuenta con ingresos suficientes para asegurarse alojamiento y comida, y de salud suficiente para hacer posibles las actividades corporales normales.

 

Claro, porque si no tienes lo básico para vivir tu enfoque cambia, y no estás pensando si eres o no feliz, sino en sobrevivir Esta aclaración es importante, porque lo que intenta discutir Rusell en este ensayo, es por qué personas que tienen lo necesario para vivir, alojamiento, comida y salud, son infelices en nuestra actual civilización. ¿Qué les falta? ¿Se puede conseguir eso que necesitan?

 

De esta forma, divide el ensayo en dos partes. En la primera discute las posibles causas de la infelicidad que se genera en estas personas que tienen lo necesario para vivir pero que no son felices y en la segunda parte las causas que les puede generar esa felicidad que buscan. Así el lector puede determinar en cuales de estas se reconoce. Puede encontrar lo que puede estar causándole infelicidad y quizá lo que puede hacerle feliz y que posiblemente lo tiene al alcance de la mano, pero no lo ha visto y le ha pasado desapercibido hasta el momento. A partir de todo esto, el lector podría encontrar un camino hacia la felicidad.

 

Ustedes saben que yo soy un lector muy afín a la literatura existencialista. Que me gusta la introspección, el quedarme dentro de mí. Y justamente quise salir de mi zona de confort con este libro. Porque las ideas del autor británico invitan a todo lo contrario. Para él, la felicidad no es algo que tengamos por el mero hecho de existir, ya que vivimos en un mundo donde los factores que causan infelicidad son demasiados. Por lo que, no debemos esperar que la felicidad llegue, sino salir a buscarla, debemos conquistarla. Y eso supone un esfuerzo.

 

Por eso he titulado este libro La conquista de la felicidad. Porque en un mundo tan lleno de desgracias evitables e inevitables, de enfermedades y trastornos psicológicos, de lucha, pobreza y mala voluntad, el hombre o la mujer que quiera ser feliz tiene que encontrar maneras de hacer frente a las múltiples causas de infelicidad que asedian a todo individuo.

 

La felicidad tiene que ser una conquista, y no un regalo de los dioses; y en esta conquista, el esfuerzo desempeña un papel muy importante.

 

De hecho, ya en este libro, te invita a ser un lector activo, que busque su propio camino hacia la felicidad utilizando como orientación estos conceptos generales que describe. Hay que hacer el esfuerzo.

Generalmente cuando sufrimos una derrota, un fracaso, nos deprimimos y nos quedamos dentro de nosotros mismos, algo que a mí me gusta mucho. Y nos quedamos ahí, revolviéndonos en nuestra lástima. Sintiéndonos desgraciados. Al autor le parece normal, claro, es una etapa por la que debemos pasar, pero solo debe ser una etapa, no debemos quedarnos en ella. Tenemos que hacer un esfuerzo y salir de ella. Buscar nuevamente el camino hacia la felicidad. Y en el libro te da muchos consejos para ello.

 

No quiero entrar en detalles en cada uno de los consejos que toca el autor, porque la idea es que ustedes los lean, pero sí puedo comentarles que casi siempre la infelicidad se produce por ver el mundo a partir de una filosofía de vida preestablecida. Aceptamos aquello que todos creen. Como por ejemplo que la vida es una competencia u otras creencias que se nos instauran desde pequeños.

 

Cuando la gente habla de lucha por la vida, en realidad quieren decir lucha por el éxito. Lo que la gente teme cuando se enzarza en la lucha no es no poder conseguirse un desayuno a la mañana siguiente, sino no lograr eclipsar a sus vecinos.

 

Por lo que el ser humano civilizado que tiene un trabajo que le permite tener una vida equilibrada, a pesar de ello se siente infeliz. Se siente atrapado. Pero el autor cree que solo está atrapado en una ilusión que solo la razón puede disipar. Si razonas estas creencias preestablecidas y no las aceptas sin más, puedes cambiar tu camino y alcanzar la felicidad. Pero no basta con solo razonar, sino también cambiar de perspectiva. Vivimos en una constante perspectiva interna. En una mirada hacia nosotros mismos. Donde solo nosotros importamos, donde el ego todo lo domina. La necesidad de sentirnos importantes es devastadora.

 

El autor incluso llega a decir que algunos personajes se creen intelectualmente superiores por sentirse desgraciados. Como si ser una persona triste fuese una moda. A eso lo llamó la infelicidad Byroniana. El sentirte superior por creer que todo está perdido. Y siento que tiene razón, hay personas así. Pero deben ser pocos, la mayoría es más como nosotros, como yo y los muchos que siguen este blog. Que no somos existencialistas por moda y que nos gustaría mucho dejar de serlo y ser felices.

 

Pero para ello, debemos dejar de pensar en nosotros mismos, de preocuparnos solo del yo interior, de nuestro propio sufrimiento. Y empezar a mirar más al exterior. Ampliar nuestros intereses.

Mirar con ojos más amistosos a los demás. Con un interés sincero. Y dedicarnos a construir algo para los demás y si es posible con los demás. Eso realmente te hará feliz, el hacer algo por los otros. El pensar en hacer cosas solo para tu propio interés y beneficio solo te traerá infelicidad.

 

El secreto de la felicidad es este: que tus intereses sean lo más amplios posible y que tus reacciones a las cosas y personas que te interesan sean, en la medida de lo posible amistosas y no hostiles.

 

De alguna forma, estas ideas del autor británico se parecen mucho a las de Albert Camus, quien dice que debemos aceptar el absurdo de la vida, no evadirlo, enfrentarlo, y darle un sentido a nuestras vidas a pesar de saber que es absurda. Camus, al igual que Russell, pide un esfuerzo, un esfuerzo de salir de la oscuridad interior e ir hacia una luz exterior donde debes buscarle un sentido a tu vida. En la conquista de la felicidad Russell dice:

 

Un hombre puede sentirse tan completamente frustrado que no busca ningún tipo de satisfacción, solo distracción y olvido. Se convierte entonces en un devoto del placer. Es decir, pretende hacer soportable la vida volviéndose menos vivo.

 

Volviéndose menos vivo, es decir, evadiendo. Y no podrá salir de ese estado si no deja de pensar en su propia desdicha, sino sale de su interior y mira más allá.

 

 

¿Qué puede hacer un hombre que es desdichado porque está encerrado en sí mismo? Mientras siga pensando en las causas de su desdicha, seguirá estando centrado en sí mismo y no podrá salir del círculo vicioso; si quiere salir, tendrá que hacerlo mediante intereses auténticos, no mediante intereses simulados que se adoptan solo como medicina.

 

A pesar de que por su temática y su extensión (208 páginas), parece que este libro se puede leer rápido, me pasó todo lo contrario, me tomó su tiempo, como todo ensayo. Y creo que merece la pena leerlo con toda la calma posible. Espero les haya gustado la reseña. ¡Saludos a todos!

 

Esta misma reseña la puedes encontrar en mi canal


 Ricardo Carrión

Administrador del blog


jueves, 9 de febrero de 2023

La muerte feliz. Albert Camus (Reseña)

 Reseña de La muerte feliz (Albert Camus)

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¡Hola a todos! Bienvenidos al blog. Hoy les traigo la reseña de La muerte feliz de Albert Camus.

 

Se trata de una novela publicada de forma póstuma en 1971, once años después de la muerte del Premio nobel de literatura. El autor la comenzó a planificar en 1936 con 22 años y la termina en 1938, pero por alguna razón decidió no publicarla. La deja de lado y se centra en una obra que siente más coherente: El extranjero. A pesar de eso, La muerte feliz no es un primer boceto de El extranjero, al contrario, es una historia muy diferente, quizá la única similitud es el alcance de nombres de sus protagonistas. Mientras en el extranjero es Meursault, en la muerte feliz es Mersault. Ignoro si la pequeña diferencia se debe a las traducciones, a decisiones editoriales, como tampoco sé si en el idioma original ese detalle es relevante. Lo cierto es que, por lo menos en mis ediciones hay esa diferencia.

 

La temática de La muerte feliz es: cómo vivir de la mejor manera posible para tener una muerte feliz. Donde el autor toca el tema que caracteriza todas sus obras: El absurdo. Pero lo hace desde una perspectiva diferente, desde la búsqueda de la felicidad en medio del absurdo. Y si el absurdo está presente, también la muerte. Son temáticas estrechamente relacionadas, porque el absurdo nace a partir de la consciencia de morir. En El extranjero es el mismo protagonista quien nos narra la historia. En La muerte feliz hay un narrador omnisciente. Una de las maravillas de El extranjero era esa prosa casi robótica y carente de emociones que transmitía el vacío que sentía el protagonista. Con el narrador omnisciente en La muerte feliz, el autor debe transmitir el absurdo y la evolución del protagonista de otra forma, mediante sus acciones, diálogos y pensamientos.

 

Esta novela está dividida en dos partes. La primera llamada La muerte natural y la segunda, La muerte consciente. Esta división tiene un sentido bastante especial. Porque hay distintos tipos de muerte a partir del absurdo. También está La muerte feliz.

 

El protagonista de esta historia, Patrice Mersault, inicia sumido en el sinsetido de la vida, tiene una vida mediocre y un trabajo mediocre como oficinista en una empresa portuaria en Argel.

 

Había solicitado ese trabajo, que en realidad no le correspondía. Pero, al principio, había hallado en él una puerta de salida a la vida. Había allí rostros vivos, personas asiduas, un tránsito y un aliento en que por fin notaba que le latía el corazón.

 

Pero un trabajo como aquel con el tiempo se vuelve monótono y más para una persona como él, cuya predisposición era la de soslayar la vida. No participar de ella.

 

Él quería reducir la superficie que le brindaba al mundo y dormir hasta que todo se hubiera consumado.

 

Una vida de la que voluntariamente intentaba quedarse al margen

 

Esta aspecto de su personalidad que lo vuelve un ser contemplativo y conformista lo volvió también tolerante a la pobreza.

 

La pobreza en soledad era una miseria espantosa.

 

Y a esto hay que sumarle también un pasado familiar ligado a la enfermedad:

 

La enfermedad llega corriendo, pero irse le lleva su tiempo.

 

A pesar de todo eso, el protagonista tiene ciertos respiros cuando puede realizar algunos paseos nocturnos en compañía de su interés amoroso, Marthe. Aquello le devolvía las ganas de existir, de participar de la vida. Y esos pequeños respiros, son también el germen de su cambio. Conoce a otras personas que de alguna forma lo encaminan a despertar.

 

Esta obra tiene muchas características del bildungsroman. Es un proceso de aprendizaje para el protagonista para comprender como puede llegar a ser feliz. Pero primero tiene que querer ser feliz. Es decir, rebelarse ante el absurdo.

 

Si vemos la vida como una línea de progreso. Primero se nace y al final de la vida está la muerte.

La presencia de la muerte hace a las personas sentir que la vida es absurda, que no tiene sentido vivirla si al final irremediablemente morirás. Para qué esperar todo ese tiempo para morir, mejor adelantarlo o que los días pasen rápido. El ser humano cae en el absurdo y solo se dedica a esperar que llegue su momento, como nuestro protagonista.

 

Las salidas con Marthe, la correspondencia con unas amigas y el propio trabajo, no son más que pequeños destellos de placer, el placer de los sentidos que solo dura instantes y que no se trata de ninguna manera de verdadera felicidad. Es simplemente evadir. Evadir el absurdo por momentos.

 

Lo que propone el autor es no evadir. Si no aceptar que moriremos, y que ese tiempo que hay entre el nacer y el morir. Debe tener un sentido. El ser humano debe darle un sentido a pesar de saber que la vida es absurda. A eso lo llama la rebeldía. Darle sentido a la vida es la esencia misma de la existencia. Y vivir implica felicidad. Ser feliz es Vivir intensamente. A esto lo podemos denominar la muerte feliz, porque sabemos que moriremos, pero enfrentaremos la muerte con la mirada en alto, sintiendo la vida en cada fibra de nuestro cuerpo.

 

En los días buenos, si confías en la vida, a la vida no le queda más remedio que responder.

 

Cuando te sientas a esperar la muerte, ya estás muerto, porque dejaste de vivir. Te rendiste, como Patrice en el inicio de la novela. Quizá por eso la primera parte de la novela se llama La muerte natural. Mientras que la segunda parte se llama La muerte consciente, que en mi apreciación no es un estado definitivo, sino en tránsito. Luego de salir de la muerte natural entras a la muerte consciente. Claro, te das cuenta que quieres vivir, eres consciente de ello, pero no es tan fácil y de eso trata esta parte de la novela, encontrar la razón para vivir. Encontrar la forma de ser feliz. Y aquí el protagonista pasa por diversas fases, donde se va conociendo a sí mismo, hasta las profundidades de su corazón. La cual, Es la única forma de saber como se puede ser realmente feliz, porque la felicidad no es algo universal, es personal y único.

 

Las reflexiones de esta novela deslizan una crítica al sistema, donde las personas viven de forma monótona, perdiendo sensibilidad, viven para hacer dinero. Y se olvidan de ser felices. Son muertos en vida que creen que viven porque se refugian en los instantes. Pero no conocen la verdadera felicidad. Y no la conocen porque nacen y entran al sistema. Si  salen de él, se mueren de hambre. Es una trampa mortal. El trabajo que ocupa gran parte de tu tiempo te quita la posibilidad de reflexionar, de conocerte a ti mismo para poder alcanzar la felicidad.

 

Tengo mi vida por ganar. El trabajo, esas ocho horas que otros toleran, me lo impiden.

 

Tiempo para vivir, esa es la clave, tiempo para reflexionar, para conocerte, y finalmente para alcanzar la felicidad. Es por eso que uno de los personajes manifiesta que es necesario dinero para poder ser feliz, porque tener dinero es poder tener tiempo para ti.

 

Es interesante la postura de este personaje, porque para él el dinero es la solución, ¿pero será tan así? El asunto es encontrar tiempo para ti, el dinero puede ser una opción, ¿pero habrán otras más? Es ahí donde el autor hace reflexionar al lector. Y si realmente hubiese que conseguir dinero, hasta dónde estarías dispuesto a llegar para obtenerlo. ¿Cruzarías tus límites éticos y morales? ¿Será correcto cruzarlos? ¿Hay alguna situación donde sea correcto cruzarlos? La novela te llena de preguntas.

 

En este tipo de novelas, Albert Camus acerca la muerte a sus protagonistas para obligarlos a enfrentar al absurdo y a tomar una decisión, enfrentarlo o evadirlo. Y si lo enfrentan, dándole sentido a su vida a pesar de saber que morirán, no importará cuando se presente la muerte en su vida, no importará la edad o el momento, será una muerte feliz. La muerte ya no será algo oscuro que les espere al final de su vida. Si mueren siendo felices, la muerte no es más que un detalle. Una anécdota.

 

No se vive feliz más o menos tiempo. Se es feliz. Y punto. Y la muerte no impide nada; como mucho es un accidente de la felicidad.

 

El protagonista de esta novela no es de mi agrado y no creo que sea del de nadie. No es un pobre al que se le tenga lástima por su vida, al contrario, uno no siempre puede estar de acuerdo con sus ideas. Su humanidad radica en su imperfección, en sus errores y pretensiones. Es por ello que, a pesar de ser un antihéroe, se siente muy real. Es una persona totalmente imperfecta tratando de alcanzar la felicidad. Son los orígenes literarios de Albert Camus y es interesante ver como crea a sus primeros personajes y como va implementando sus ideas a lo largo de la novela. Puede que, no lo logre de forma equilibrada, pero es la base de sus futuras novelas. La muerte feliz, dividida en dos partes puede carecer de equilibrio. Puede que haya dicho demasiado en la primera parte y por eso la segunda tambalea un poco.

 

A pesar de estar dividida en dos partes, ambas conforman una sola historia. La búsqueda de la felicidad de Patrice. Pero se hace necesaria esta división, porque las dos partes tienen un cierre propio que de alguna forma marcan el camino, el rumbo de la historia. Algunos me comentaban que encontraron el libro aburrido, y puede ser. Porque no es una historia muy vistosa, es más de cotidianidad, a través del día a día es como se puede notar el progreso del protagonista en su búsqueda interior. Por lo tanto, yo recomendaría esta historia a los que gustan de analizar personajes, a los que se interesan en los pequeños detalles que marcan su evolución. Puede que por esa razón el autor no quisiera publicar esta novela, pero sus ideas realmente te hacen reflexionar, porque es imposible que esta historia no impacte. 

 

Esta misma reseña la pueden encontrar en formato de vídeo en mi canal de Youtube

 

 

Ricardo Carrión

Administrador del blog