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miércoles, 7 de junio de 2023

Reseña: Rojo y negro (Stendhal)

 Reseña: Rojo y negro de Stendhal

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¡Hola a todos! Bienvenidos al blog. Hoy les traigo la reseña de Rojo y negro de Stendhal, pseudónimo del escritor francés Henri Beyle, considerado como uno de los precursores del realismo francés. Stendhal inicia la escritura de Rojo y negro en octubre de 1829 y la novela comienza a ser vendida en noviembre de 1830. Es sin duda una de las mejores lecturas que he tenido este año.

 


Rojo y negro nace en un tiempo bastante especial. Francia se encontraba en un fuerte periodo de cambio político, económico y social. Era una época de transición. Y la literatura también se encontraba en tiempos de cambio. Se dejaba atrás el romanticismo y llegaba el realismo. Por eso Stendhal es encasillado en el realismo. Pero lo cierto es que un proceso de cambio no es en la práctica tajante. Y la influencia del romanticismo es aún vigente en Stendhal al momento de escribir Rojo y negro. Por lo que la novela mantiene parte de las características del romanticismo y partes de lo nuevo, es decir, el realismo. Por eso muchos clasifican Rojo y negro como realismo romántico. Además, la minuciosidad de Stendhal para retratar el conflicto interior de los personajes, lo que sienten, lo que piensan, la confusión de sus sentimientos, sus dilemas morales y sus miedos, acercan esta historia a la novela psicológica. Por estas características  me resultó un libro muy interesante y dinámico de leer. La combinación de estos tres elementos, lo romántico, lo realista y lo psicológico le da a Stendhal las herramientas necesarias para en todo momento mantener la tensión narrativa. Esta nunca desaparece de la novela, siempre está presente. El autor sabe cuando aumentarla y cuando disminuirla, solo regula la intensidad, pero nunca desaparece.

 

El contexto de la novela es contemporáneo al tiempo en que fue escrita. Ya que la intención del autor era la de retratar la realidad política, económica y social de su tiempo. Por eso La novela tiene como subtítulo Crónica de 1830. Es decir, el tiempo en que se escribe la novela y el tiempo que transcurre dentro de la novela, es el mismo (1829-1830). Es un retrato fiel a la realidad que vivía el propio Stendhal. Todo lo ficticio en Rojo y negro tiene una base real. Es decir, el autor a través de lo que leía, de lo que se enteraba y de lo que vivía ( el tuvo una gran cantidad y variedad de trabajos), le servía como materia prima para su ficción. En Rojo y negro se retrata una sociedad francesa post-napoleónica en  proceso de la restauración borbónica. Por lo que Los personajes están muy condicionados por este tema. Es una primera influencia. La segunda influencia, ya más lejana viene de los hechos de la revolución francesa que están muy arraigados en la sociedad. Y también otro hecho importante fue el de los tres días gloriosos de insurrección en París durante 1830, pero fue descrito en menor medida en la novela. No se relata el hecho propiamente tal, pero sí su proceso. Es por ello que, entre los personajes hay muchas tensiones. Se trata de una sociedad escindida, dividida entre los leales a los tiempos de Napoleón, los liberales, y los conservadores, quienes prefieren el restablecimiento de la iglesia católica y el retorno de la autoridad monárquica. Es decir, lo rojo funciona como símbolo de las ideas liberales representadas por el color militar ligado a lo napoleónico versus el negro de las sotanas clericales, símbolo de las ideas conservadoras.

 

El protagonista de la Novela, Julien Sorel, es un hijo de su tiempo. Nace entre lo rojo y lo negro. Hijo de un carpintero, dueño de un aserradero en la ficticia ciudad de Verrières. Inicia con todas las características de un héroe romántico. Desde pequeño es un marginado en su propia familia. Su complexión delgada no le permite tener la fuerza de su padre y sus hermanos para el negocio del aserradero, por lo que siempre es golpeado y menospreciado por ellos. Y lo menosprecian aún más porque prefiere leer y estudiar. Su experiencia con en el mundo es mínima. Su visión de la vida se limita a la de sus tres libros favoritos. Las confesiones de Rosseau, Los boletines de la gran armada y las memorias de Santa Elena.

 

…las Confesiones de Rousseau. Éste era el único libro a través del cual su imaginación era capaz de concebir el mundo. Junto con la colección de boletines de La Grande Armée y el Memorial de Santa Elena, constituían su  Corán.  Se  habría  dejado  matar  por  estas  tres  obras.  Nunca  creyó  en  otras.

 

 

Sorel, marginado del mundo por su pobreza y marginado de su propia familia por no encajar, nunca ha tenido un lugar al cual pertenecer. Ese desarraigo, alimentado por estas tres lecturas, lo inclina a expandir su mundo interior, a individualizarse. A pensar en él y nada más que en él. Es el héroe individualista y orgulloso. No quiere ser el criado de nadie y busca fervientemente su libertad a través de lo económico. Hasta que un día surge la posibilidad de ganarse la vida por sí mismo, lejos de su familia. Es su entrada a esta sociedad francesa descrita por Stendhal, que Julien siempre había observado desde fuera pero de la cual nunca había participado. Es un campesino que pone su primer pie en el mundo de las familias acomodadas de provincia. Y entra a este mundo, con el color negro de lo clérigos por fuera, simulando ser un conservador, mientras que por dentro brilla el color rojo de su admiración por Napoleón, lo que debía mantener oculto. Negro por fuera, Rojo por dentro. Esta era la estrategia de Sorel en ese campo de batalla llamado sociedad. Y digo campo de batalla porque para Sorel todo era una batalla. Recordemos que nace en desventaja económica, que nace en una familia que no lo ama. A él no le han quitado nada, sino que nunca ha tenido nada. Vive en un desequilibrio, vive en una injusticia, y para recuperar el equilibrio debe luchar. Esto él lo siente muy profundamente por su lectura de Napoleón. Sorel es un soldado en su alma. Rojo por dentro. Dispuesto siempre a dar la pelea. Es por ello que, no entra sumiso y obediente al campo de batalla. Si no siempre listo para defender su honor y su orgullo. Y por conseguir lo que él realmente se merece. Debido a esto, en el inicio, el lector está del lado de Sorel, lo apoyamos, queremos justicia para él y queremos ver como este personaje con tan singular postura, enfrenta el mundo y lo que le depara esta actitud en su vida. Por eso devoramos páginas y páginas viendo como este joven campesino se abre camino en una sociedad en proceso de cambio, una sociedad que empieza a dejar atrás una jerarquía, una posición social determinada por el origen al nacer, pasando a establecer los nuevos roles sociales a través de lo económico. Ahora dominan los negocios, el dinero, el capital. La riqueza. Es el inicio de la cultura del utilitarismo. Solo se valora lo que es útil para ganar dinero. Lo rentable.

 

Ser rentable es lo que lo decide todo en esta pequeña ciudad… El forastero que llega seducido por la belleza de los frescos y profundos valles que la rodean, se figura en un principio que sus habitantes son sensibles a lo bello… Pero es tan solo porque atrae a los forasteros cuyo dinero enriquece a los fondistas, cosa que, gracias al mecanismo del impuesto, es rentable a la ciudad. 

 

Así, a través de las peripecias de Sorel, Stendhal no solo va desarrollando en profundidad un personaje realmente interesante, sino también retratando una sociedad francesa que está cambiando. Stendhal dice, esta es la nueva Francia, no crean que es la Francia que encontrarán en los textos del pasado. Ha cambiado y es esta. Y no la mira con buenos ojos. Es por eso que las acciones de los personajes y su moral está principalmente destinada a la crítica. Stendhal hace una crítica social brutal hacia todas estas nuevas dinámicas. Partiendo por los pequeños burgueses provincianos, pasando por la iglesia y llegando hasta la alta nobleza. Poniendo en evidencia todas sus mezquindades y privilegios. Las apunta y las señala. Y su arma es Julien Sorel, Un arma afilada, que desea pertenecer a esta alta sociedad que mira y analiza codiciosamente. Pero que al mismo tiempo desprecia. Es por ello que a medida que la novela avanza, ya no todos los lectores terminan estando tan del lado de Sorel, porque su hipocresía va creciendo y el héroe en desventaja ya no parece tan inofensivo. A medida que avanza la historia, él continua estando fuera de la sociedad. Participa de sus dinámicas, sí, pero solo simula ser parte de ellas. Sorel es una gota de aceite en un charco de agua. Se pone su disfraz negro para aparentar algo que no es, mientras que su verdadero yo bulle por dentro. Por lo tanto, todo para él es estrategia, todo lo piensa y calcula. Y si es posible, seguir incluso un manual. Pero no siempre logra mantenerse lógico y como buen héroe romántico sucumbe constantemente a su lado irracional. Lo que en ocasiones le impulsa actuar de forma imprudente. Actúa de golpe por orgullo, por sobreponerse a sus miedos, por no menospreciarse a sí mismo. Por lo tanto, siempre está listo para la batalla. Sorel es un personaje que está constantemente a la defensiva. Y los arrebatos lo dominan en muchas ocasiones. Por eso, a medida que la historia progresa, cada vez aumenta más ese tira y afloja entre lo racional e irracional en el personaje. Y es el amor el mayor responsable de esta constante batalla interior.

 

Los recuerdos de la felicidad pretérita se apoderaban de Julien y destruían rápidamente toda la obra de la razón.

 

Aquella cabeza tan fría había llegado, como se ve, a un completo estado de locura. De todas las cualidades que antes le distinguieran, no le quedaba más que un poco de firmeza.

 

Pero no es solo Julien quien tiene debates internos y cuestionamientos. Las heroínas de la novela también. Son personajes muy bien trazados y alcanzan una gran profundidad. También están en ese constante tira y afloja entre razón e irracionalidad. Pero para ellas es mucho más difícil que para él, porque Julien siempre ha estado al margen de la sociedad, sus reglas y costumbres nunca se han aplicado en él. En cambio las heroínas sí pertenecen a la sociedad, participan de sus dinámicas, respetas sus reglas y tradiciones y por lo mismo, cuando se dejan llevar por el amor y rompen con lo establecido, sufren por el miedo a ser juzgadas por los demás, por no seguir las costumbres, por no hacer lo correcto. Y se las apunta con el dedo. Ellas se cuestionan todo en lo que habían creído. Son personajes muy interesantes que de alguna forma reflejan dos posiciones diferentes que se contraponen en la novela. El amor cerebral y el verdadero amor.

 

El amor cerebral tiene más carácter, sin duda, que el verdadero amor, pero solo tiene momentos de entusiasmo; se conoce demasiado, se juzga sin cesar; lejos de extraviar la razón, se funda únicamente en razonamientos.

 

Entonces, lo que impulsa la narración es el deseo de Julien de ascender socialmente, de ser mejor que los mismos nobles. Ser mejor en todo sentido, moralmente y económicamente. En la nueva sociedad el dinero es muy importante, por lo tanto Julien también lo necesita. Y cuando esa temática decae, pierde fuerza narrativa, otra la sustituye, como el amor, quien es el nuevo encargado de generar tensión narrativa. Y así Stendhal va intercambiando temáticas para mantener interesado al lector. Del amor a la política, luego a lo social, luego a lo económico. Así va retratando la realidad de su tiempo. Tanto lo bueno como lo malo. Las dos caras. Ya que, según el autor.

 

Una novela es un espejo que se pasea a lo largo de un camino. Tan pronto refleja a nuestros ojos el azul del cielo como el fango de los cenagales del camino.

 

Esta frase la dice el narrador en uno de los tantos paréntesis que hace. Dando a entender su filosofía de la novela, que debe mostrar tanto lo bueno como lo malo para retratar realidad. He visto que mucho lectores les ha costado leer este libro por su parte política, esa es la parte que menos entienden y que menos les gusta. Incluso el narrador está de acuerdo con ello, pero se explica por qué la incluye: En un momento dice, lamentablemente tengo que hablar de política aunque no me guste. E inserta un pequeño diálogo que tiene con su con su editor.

 

La política es una piedra atada al cuello de la literatura, y que en menos de seis meses la hunde. La política, en medio de los asuntos de la imaginación, es como un pistoletazo en medio de un concierto. Es un ruido desgarrador, sin ser enérgico. No armoniza con el sonido de ningún instrumento. Esta política va a ofender mortalmente a la mitad de los lectores y aburrirá a la otra mitad.

 

Dentro de la obra artística que está escribiendo la política rechina, suena mal, cambia el ritmo, decrece el ritmo. Pero debe estar ahí. Stendhal incerta una frase de su editor:

 

Si sus personajes no hablan de política –replica el editor- no son los franceses de 1830 y su libro no será un espejo como usted pretende…

 

Para seguir su propia filosofía de la novela, el autor debe integrar la política, aunque a muchos no les guste. Porque sino, no serían los franceses de 1830. De todas formas, no encontré que el tema político fuera algo insoslayable. Para nada. Está muy bien incorporado. Casi al final tiene unas cuantas páginas exclusivas sobre el tema que se alargan un poco, pero nada más. En general las temáticas están muy bien equilibradas y se apoyan entre sí. Por eso la novela no aburre en ningún momento, por lo menos a mí. No existen esas pesadas digresiones como En Los Miserables o Moby Dick, tampoco hay bajones narrativos fuertes como en El conde de Montecristo. Me parece una novela mucho más atractiva para un lector inquieto. Yo creo que eso habla muy bien de las grandes cualidades de Stendhal como narrador. 

 

Esta misma reseña la pueden encontrar en formato de vídeo en mi canal

 


 Ricardo Carrión

Administrador del blog

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