Reseña de La muerte feliz (Albert Camus)
¡Hola a todos! Bienvenidos al blog. Hoy les traigo la reseña de La muerte feliz de Albert Camus.
Se trata de una novela publicada de forma póstuma en 1971, once años después de la muerte del Premio nobel de literatura. El autor la comenzó a planificar en 1936 con 22 años y la termina en 1938, pero por alguna razón decidió no publicarla. La deja de lado y se centra en una obra que siente más coherente: El extranjero. A pesar de eso, La muerte feliz no es un primer boceto de El extranjero, al contrario, es una historia muy diferente, quizá la única similitud es el alcance de nombres de sus protagonistas. Mientras en el extranjero es Meursault, en la muerte feliz es Mersault. Ignoro si la pequeña diferencia se debe a las traducciones, a decisiones editoriales, como tampoco sé si en el idioma original ese detalle es relevante. Lo cierto es que, por lo menos en mis ediciones hay esa diferencia.
La temática de La muerte feliz es: cómo vivir de la mejor manera posible para tener una muerte feliz. Donde el autor toca el tema que caracteriza todas sus obras: El absurdo. Pero lo hace desde una perspectiva diferente, desde la búsqueda de la felicidad en medio del absurdo. Y si el absurdo está presente, también la muerte. Son temáticas estrechamente relacionadas, porque el absurdo nace a partir de la consciencia de morir. En El extranjero es el mismo protagonista quien nos narra la historia. En La muerte feliz hay un narrador omnisciente. Una de las maravillas de El extranjero era esa prosa casi robótica y carente de emociones que transmitía el vacío que sentía el protagonista. Con el narrador omnisciente en La muerte feliz, el autor debe transmitir el absurdo y la evolución del protagonista de otra forma, mediante sus acciones, diálogos y pensamientos.
Esta novela está dividida en dos partes. La primera llamada La muerte natural y la segunda, La muerte consciente. Esta división tiene un sentido bastante especial. Porque hay distintos tipos de muerte a partir del absurdo. También está La muerte feliz.
El protagonista de esta historia, Patrice Mersault, inicia sumido en el sinsetido de la vida, tiene una vida mediocre y un trabajo mediocre como oficinista en una empresa portuaria en Argel.
Había solicitado ese trabajo, que en realidad no le correspondía. Pero, al principio, había hallado en él una puerta de salida a la vida. Había allí rostros vivos, personas asiduas, un tránsito y un aliento en que por fin notaba que le latía el corazón.
Pero un trabajo como aquel con el tiempo se vuelve monótono y más para una persona como él, cuya predisposición era la de soslayar la vida. No participar de ella.
Él quería reducir la superficie que le brindaba al mundo y dormir hasta que todo se hubiera consumado.
Una vida de la que voluntariamente intentaba quedarse al margen
Esta aspecto de su personalidad que lo vuelve un ser contemplativo y conformista lo volvió también tolerante a la pobreza.
La pobreza en soledad era una miseria espantosa.
Y a esto hay que sumarle también un pasado familiar ligado a la enfermedad:
La enfermedad llega corriendo, pero irse le lleva su tiempo.
A pesar de todo eso, el protagonista tiene ciertos respiros cuando puede realizar algunos paseos nocturnos en compañía de su interés amoroso, Marthe. Aquello le devolvía las ganas de existir, de participar de la vida. Y esos pequeños respiros, son también el germen de su cambio. Conoce a otras personas que de alguna forma lo encaminan a despertar.
Esta obra tiene muchas características del bildungsroman. Es un proceso de aprendizaje para el protagonista para comprender como puede llegar a ser feliz. Pero primero tiene que querer ser feliz. Es decir, rebelarse ante el absurdo.
Si vemos la vida como una línea de progreso. Primero se nace y al final de la vida está la muerte.
La presencia de la muerte hace a las personas sentir que la vida es absurda, que no tiene sentido vivirla si al final irremediablemente morirás. Para qué esperar todo ese tiempo para morir, mejor adelantarlo o que los días pasen rápido. El ser humano cae en el absurdo y solo se dedica a esperar que llegue su momento, como nuestro protagonista.
Las salidas con Marthe, la correspondencia con unas amigas y el propio trabajo, no son más que pequeños destellos de placer, el placer de los sentidos que solo dura instantes y que no se trata de ninguna manera de verdadera felicidad. Es simplemente evadir. Evadir el absurdo por momentos.
Lo que propone el autor es no evadir. Si no aceptar que moriremos, y que ese tiempo que hay entre el nacer y el morir. Debe tener un sentido. El ser humano debe darle un sentido a pesar de saber que la vida es absurda. A eso lo llama la rebeldía. Darle sentido a la vida es la esencia misma de la existencia. Y vivir implica felicidad. Ser feliz es Vivir intensamente. A esto lo podemos denominar la muerte feliz, porque sabemos que moriremos, pero enfrentaremos la muerte con la mirada en alto, sintiendo la vida en cada fibra de nuestro cuerpo.
En los días buenos, si confías en la vida, a la vida no le queda más remedio que responder.
Cuando te sientas a esperar la muerte, ya estás muerto, porque dejaste de vivir. Te rendiste, como Patrice en el inicio de la novela. Quizá por eso la primera parte de la novela se llama La muerte natural. Mientras que la segunda parte se llama La muerte consciente, que en mi apreciación no es un estado definitivo, sino en tránsito. Luego de salir de la muerte natural entras a la muerte consciente. Claro, te das cuenta que quieres vivir, eres consciente de ello, pero no es tan fácil y de eso trata esta parte de la novela, encontrar la razón para vivir. Encontrar la forma de ser feliz. Y aquí el protagonista pasa por diversas fases, donde se va conociendo a sí mismo, hasta las profundidades de su corazón. La cual, Es la única forma de saber como se puede ser realmente feliz, porque la felicidad no es algo universal, es personal y único.
Las reflexiones de esta novela deslizan una crítica al sistema, donde las personas viven de forma monótona, perdiendo sensibilidad, viven para hacer dinero. Y se olvidan de ser felices. Son muertos en vida que creen que viven porque se refugian en los instantes. Pero no conocen la verdadera felicidad. Y no la conocen porque nacen y entran al sistema. Si salen de él, se mueren de hambre. Es una trampa mortal. El trabajo que ocupa gran parte de tu tiempo te quita la posibilidad de reflexionar, de conocerte a ti mismo para poder alcanzar la felicidad.
Tengo mi vida por ganar. El trabajo, esas ocho horas que otros toleran, me lo impiden.
Tiempo para vivir, esa es la clave, tiempo para reflexionar, para conocerte, y finalmente para alcanzar la felicidad. Es por eso que uno de los personajes manifiesta que es necesario dinero para poder ser feliz, porque tener dinero es poder tener tiempo para ti.
Es interesante la postura de este personaje, porque para él el dinero es la solución, ¿pero será tan así? El asunto es encontrar tiempo para ti, el dinero puede ser una opción, ¿pero habrán otras más? Es ahí donde el autor hace reflexionar al lector. Y si realmente hubiese que conseguir dinero, hasta dónde estarías dispuesto a llegar para obtenerlo. ¿Cruzarías tus límites éticos y morales? ¿Será correcto cruzarlos? ¿Hay alguna situación donde sea correcto cruzarlos? La novela te llena de preguntas.
En este tipo de novelas, Albert Camus acerca la muerte a sus protagonistas para obligarlos a enfrentar al absurdo y a tomar una decisión, enfrentarlo o evadirlo. Y si lo enfrentan, dándole sentido a su vida a pesar de saber que morirán, no importará cuando se presente la muerte en su vida, no importará la edad o el momento, será una muerte feliz. La muerte ya no será algo oscuro que les espere al final de su vida. Si mueren siendo felices, la muerte no es más que un detalle. Una anécdota.
No se vive feliz más o menos tiempo. Se es feliz. Y punto. Y la muerte no impide nada; como mucho es un accidente de la felicidad.
El protagonista de esta novela no es de mi agrado y no creo que sea del de nadie. No es un pobre al que se le tenga lástima por su vida, al contrario, uno no siempre puede estar de acuerdo con sus ideas. Su humanidad radica en su imperfección, en sus errores y pretensiones. Es por ello que, a pesar de ser un antihéroe, se siente muy real. Es una persona totalmente imperfecta tratando de alcanzar la felicidad. Son los orígenes literarios de Albert Camus y es interesante ver como crea a sus primeros personajes y como va implementando sus ideas a lo largo de la novela. Puede que, no lo logre de forma equilibrada, pero es la base de sus futuras novelas. La muerte feliz, dividida en dos partes puede carecer de equilibrio. Puede que haya dicho demasiado en la primera parte y por eso la segunda tambalea un poco.
A pesar de estar dividida en dos partes, ambas conforman una sola historia. La búsqueda de la felicidad de Patrice. Pero se hace necesaria esta división, porque las dos partes tienen un cierre propio que de alguna forma marcan el camino, el rumbo de la historia. Algunos me comentaban que encontraron el libro aburrido, y puede ser. Porque no es una historia muy vistosa, es más de cotidianidad, a través del día a día es como se puede notar el progreso del protagonista en su búsqueda interior. Por lo tanto, yo recomendaría esta historia a los que gustan de analizar personajes, a los que se interesan en los pequeños detalles que marcan su evolución. Puede que por esa razón el autor no quisiera publicar esta novela, pero sus ideas realmente te hacen reflexionar, porque es imposible que esta historia no impacte.
Esta misma reseña la pueden encontrar en formato de vídeo en mi canal de Youtube
Ricardo Carrión
Administrador del blog
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