Reseña Nº 283: Esperando a Godot (Samuel Beckett)
¡Hola a todos! Bienvenidos al blog. Hoy les traigo la reseña de Esperando a Godot, una de las obras maestras del galardonado con el Premio Nobel de literatura, Samuel Beckett. Fue escrita a finales de 1940 y finalmente publicada en 1952. Es una obra dramática que en primera instancia puede ser difícil de entender por lo disparatada que puede llegar a ser. Es por ello que el objetivo de esta reseña es ayudar a digerir de mejor manera la obra. Lo que les voy a exponer es solo mi interpretación, y espero les sea de guía para llegar a la suya propia.
Esta obra pertenece a lo que se conoce como el teatro del absurdo. Nombre o concepto bajo el cual se agrupó a un conjunto de obras por compartir ciertas características, como: ser incongruentes, disparatadas, con ambientes irracionales y llenas de sucesos ilógicos. En donde el espectador se pregunta, ¿qué hay detrás de todo esto? Son obras que buscan ser comprendidas a través de más de un significado.
Este conjunto de obras se gesta como consecuencia de la segunda guerra mundial, la que generó un clima de inestabilidad en la sociedad de mediados del siglo XX. Causó la separación del individuo con el mundo. El ser humano terminó por encontrarse solo, porque ya no comprendía su vida. A esto, Albert Camus lo llamó El absurdo.
El auge tecnológico y la guerra hizo que el ser humano comenzara a percibir su vida desde otra perspectiva, lo que le causó una terrible soledad y desamparo. Lo cual fue interpretado por diversos filósofos.
Por un lado Jean Paul Sartre decía que el individuo era libre, que debía forjar su propio camino, tomar sus propias decisiones. El ser humano, decía el autor, está condenado a ser libre. Por otro lado, Albert Camus enfrenta al hombre con la muerte y explica que no existe una respuesta a la pregunta de si la vida tiene algún un sentido. Finalmente, desde más atrás, se oye el eco de las palabras de Nietzsche: Dios ha muerto. Debido a este panorama el ser humano de mediados del siglo XX cae en la soledad. No tiene un manual para seguir, nadie le dice lo que debe hacer, no sabe que hacer con su libertad. No existe un plan para su vida, entiende que al final haga lo que haga la muerte lo espera ineludiblemente. Y que no existe un ser todopoderoso que le de instrucciones, que le diga las reglas que debe seguir. El mundo que el ser humano conocía se desmorona y queda flotando en la nada. Se siente solo y sin sentido.
En este contexto se forja Esperando a Godot, texto que concuerda muy bien con lo existencialista. Su composición es de apenas dos actos y trae cinco personajes: Estragón, Vladimir, Pozzo, Lucky y un muchacho. Estragón y Vladimir son los protagonistas y por sus atuendos parecen ser vagabundos, refugiados de la guerra. Ellos se encuentran en un camino a la espera de otro personaje llamado Godot. Y mientras aguardan, intentan llenar el vacío de su existencia, el vacío de la espera, con conversaciones sin sentido, monólogos contradictorios y acciones que recuerdan la comedia de Chaplin.
Vladimir y Estragón representan a ese ser humano alienado. De ellos no conocemos nada, ni su historia pasada, ni su relación con Godot, no sabemos nada más que lo que nos cuenta la historia en ese momento: sus acciones. Ellos representan a ese ser humano que flota en la vacío de la nada. Son dos personajes que en conjunto causan un efecto grandioso, ninguno puede estar sin el otro, porque si se separan irremediablemente comienzan a sentir la soledad. De esta forma esperan a Godot. Personaje que puede simbolizar muchas cosas, puede ser dios, aunque Beckett dice que no es la interpretación correcta. Pero Godot puede ser dios, como también una familia, un trabajo, un propósito. En el fondo, Estragón y Vladimir esperan algo en lo que creer. Esperan a alguien que le de un propósito a su existencia.
El absurdo en la obra viene a ser la falta de este propósito y también la falta de propósito en las mismas acciones de los personajes, en el sin sentido de sus actos. Todo lo que hacen no los lleva a ninguna parte, y seguirán así hasta que llegue Godot con su propósito. ¿Pero realmente llegará?
A Vladimir y Estragón se le suman tres personajes más durante el relato. Son cinco personajes que interactúan, pero al hacerlo, lo diálogos denotan que no se entienden. Hay incomunicación, carecen de la capacidad de comunicarse a pesar de que conversan y a veces parece que se entienden. Pero Beckett hace que el lector se pregunte: ¿realmente se comprendieron? Durante toda la obra lo intentan. Pero las palabras no bastan para expresar lo que no se puede expresar por medio de ellas. Por lo que el lector debe poner atención a algo más que las palabras: a gestos, acciones, al tono de voz y sobre todo a los silencios. Lo que dicen y lo que no dicen. Lo que hacen y lo que no hacen y el tiempo que transcurre entre cada una de las acciones. En conjunto parecen transmitir algo.
La obra parece absurda y disparatada porque ocupa un lenguaje privado de sentido. Lenguaje que consta de frases cortas, evasivas, repetitivas, breves y parcas. Acompañadas de algunos monólogos en apariencia contradictorios y confusos. Hay una economía de las palabras, o como muchos dicen, lo que practica Beckett es un minimalismo. No solo en texto, sino también en argumento, el cual es ínfimo: son dos personas que esperan que llegue otra. Nada más. El paisaje solamente consta de un camino, los personajes, su vestimenta y un escuálido árbol. Todo es economía, todo es minimizado, y lo poco que hay se aprovecha al máximo, un sombrero, un zapato, la rama de un árbol. Elementos que te dicen y transmiten muchas cosas. Es un ambiente hermético, cerrado y preciso donde te comunica mucho pero con poco.
Para Camus, el absurdo, ese quiebre entre el hombre y su mundo era como si el ser humano fuese un actor y el decorado representara las motivaciones de la vida y aquí se logra completamente ese efecto. Es exigua.
Esto transmite una sensación de desamparo tremenda por los personajes, conectas con ellos, porque parecen estar desnudos ante ti, puedes ver toda su humanidad brotando de ellos, buscando algo a lo que arrimarse. Y sus acciones cómicas te conmueven aún más porque se ríen de su desgracia. Aquí se cumple algo que Cortázar siempre decía, la mejor forma de abordar tragedias en literatura es mediante el humor.
Por otro lado, el tiempo es fundamental en esta historia. Es uno de los aspectos que más me ha causado confusión. Y por lo mismo intensifica en la obra el sentimiento de irrealidad e irracionalidad. Y esto porque cuando lees el libro sientes que tiene cierta continuidad. E inconscientemente piensas en el pasado de los personajes, lo buscas en la misma historia para conectarlo con ese momento que se está representando, pero no lo encuentras, porque nunca existió. Te das cuenta de ello en el segundo acto. En ese punto te das cuenta de que el tiempo nunca tuvo continuidad, sino que siempre fue discontinuo. La continuidad era una ilusión. Para cada personaje pareciese que corre un tiempo individual, no es un tiempo compartido por todos. Da la sensación de que cada uno se desplazara en él tiempo a retazos, son fragmentos aleatorios de ellos. Es un efecto muy extraño. Y puedes sentir que la espera, que te pareció cronológica en un inicio, puede que no lo haya sido y alcance el nivel de eternidad. Es un tiempo perdido, desperdiciado hasta el momento de la muerte. Es una espera hasta la muerte. Pareciese que el tal Godot fuese solamente su día final, y que todos los juegos realizados para llenar esa espera, todos los encuentros con personajes, fuesen solo la vida de un hombre común que no sabe que hacer con ella.
Yo les recomiendo que lean este libro sin una intención de forzarse a entenderlo. Lo mejor es entrar en esta historia dejándose llevar por los diálogos y juegos de los personajes, buscando significados en tu propio interior. Viajen con Estragón y Vladimir en el sin sentido de la vida.
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Ricardo Carrión
Administrador del blog
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